Un mensaje a Luis Guillermo Echeverri
Estos fueron los confidenciales de Diana Calderón del 7 de septiembre de 2020.
Este confidencial, es un editorial para dejar constancia de un hecho inadmisible como es la carta del gerente de la campaña del presidente Iván Duque, al director del diario El País, Javier Moreno, suscribir el propio realizado esta mañana por Gustavo Gómez director de 6 am Hoy por Hoy, y pedirle al gobierno un pronunciamiento definitivo para saber si el doctor Luis Guillermo Echeverri, más conocido como Luigi, escribe cartas a los medios nacionales e internacionales, a nombre del Gobierno, o si el gobierno se escuda en un lobo solitario para violar el sagrado derecho de las audiencias a ser informadas y el nuestro como periodistas para escoger en qué almas escudriñar por la vía de la entrevista.
Nuestro papel si es que aún no ha sido entendido no es alabar, ni validar, es encontrar las explicaciones y develar lo que buscan estas cartas, y las visitas a los jefes de los periodistas que cumplen su labor, como cuando le tocó al editor del New York Times recibir una comisión encabezada por el ministro Carlos Holmes Trujillo en mayo de 2019, luego de que revelaran la disminución de los porcentajes en la precisión de los militares para premiar bajas.
Bastante difícil de leer, pero una vez superado el paso por el púlpito, la carta saca de las sombras la figura de un régimen, el de la censura.
Escoger a Javier Moreno como destinatario de esa carta, resulta por demás un desacierto tratándose de uno de los periodistas con mayores quilates en ética y criterio, sin el uso de redes esquizofrénicas para reclamar solidaridades vacías, ni dedicado tampoco a realizar veedurías distintas a las del poder.
Ocupados estamos como para atender misivas que no llegan del cielo precisamente ni están inspiradas en principios democráticos. Para cerrar una voz como pocas, la de Gustavo Gómez...
"Echeverri es hoy uno de los hombres más poderosos de este gobierno, y lo será más. Suele enviar dardos envenenados a los periodistas, pero de manera oblicua: apuntando al blanco de sus jefes y de los dueños de medios.
Pero todo ese poder no puede impedir recordarle que ni dicta las reglas del periodismo, ni tiene por qué meterse en los contenidos informativos de los medios. Mucho menos llegar al atrevimiento de decirles a los periodistas qué deben o no publicar, o a quién deben o no entrevistar."