En Colombia la salud oral es un lujo
En el país, la Seguridad Social subvenciona una parte mínima de los tratamientos dentales usualmente de alto costo, por lo que la gente tiene que esperar hasta la vejez para restaurar su dentadura.
Tratamientos efectivos, como los implantes, superan las posibilidades que tiene la población con el régimen subsidiado, que en edad temprana padece enfermedades bucales, básicamente caries y daños en las encías. En general, solo hasta la tercera edad, concomitante a la pensión, existe la posibilidad de invertir en la salud bucal.
Así lo pone de presente la investigación de la estudiante de Odontología, María Alejandra Forero, del grupo de investigación Salud Colectiva de la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional. Además, analizó los determinantes que están incidiendo en la salud bucal de los colombianos a la luz de los resultados del último Estudio Nacional de Salud Bucal por el Ministerio de Salud, conocidos el año pasado.
El 70,4 % de los colombianos ha perdido uno o más dientes. Entre ellos, el 15,2 % corresponde a jóvenes de 15 años, quienes ya han perdido una pieza dental. Entretanto, de los 65 y los 79 años de edad han perdido 98,9 % de los dientes.
Sin embargo, solo el 0,17 % de la población usa implantes y de este porcentaje la mayoría de usuarios está entre los 45 y 64 años, seguida de las personas de la tercera edad (entre 65 y 79 años). En esencia, el implante es una técnica que incrusta una pieza de metal en el hueso (oseointegración), y cuando el tornillo está adherido se ubica el diente.
Las mujeres se ven más afectadas que los hombres, incluso entre las que están aseguradas con el régimen subsidiado y las que lo están con el régimen contributivo no hay gran diferencia. El 73,03 % de las mujeres del régimen subsidiado y –muy de cerca- el 70,4 % del régimen contributivo, han perdido uno o más dientes.
El cuidado óptimo debe empezar generalmente cuando las personas están en una edad promedio de 40 años, pero para ello, o bien se endeudan o deben esperar su jubilación para evitarlo.
En otras latitudes de la región, por ejemplo en Brasil, Ecuador o México, los ciudadanos pueden acceder a implantes sin costo dentro del esquema de seguridad social, o con costos asequibles. En Brasil, “el Estado compra los implantes, la tecnología, los insumos y, con modelos de economía de escala y alianzas público-privadas, le pone precio a la industria que encuentra el atractivo comercial”, explica la docente Carolina Morales, directora del Grupo de Salud Colectiva en Odontología de la Universidad Nacional y coordinadora del trabajo de grado de la estudiante.
Aunque las personas tengan trabajo y seguridad social no pueden ser rehabilitadas adecuadamente, porque solo existe la prótesis total (caja de dientes).
Además del esquema de salud, el panorama colombiano se caracteriza por más tecnología e investigación similar a la de países desarrollados, y menos sobre los tópicos que más pueden contrarrestar la problemática, como la promoción de la salud y la prevención de enfermedades.
Se trata de dos dimensiones en las que no se cuentan con estímulos comerciales.
La odontología de hoy es esencialmente restauradora y curativa, servicios que son liderados por empresas o corporaciones con oferta de bienes y servicios de alto costo.
Una de las estrategias de estos centros es ofrecer a los odontólogos e incluso a docentes invitaciones a simposios, congresos con gastos pagos a distintas ciudades, a cambio de hacer la oferta de sus productos en clínicas y universidades.
Por ejemplo, en un congreso realizado en Cartagena, al menos dos compañías -que incluso impartían clases a estudiantes participantes- no contaban con registro del Invima.
UN/SALUD