Política

El voto de confianza en una de las zonas más apartadas del país

Los habitantes de Aguas Claras en zona rural de Tumaco en Nariño, vivieron la jornada electoral entre la desinformación y la esperanza.

habitantes de Aguas Claras en Nariño

habitantes de Aguas Claras en Nariño / Caracol Radio

Caracol radio hizo un recorrido en plena jornada electoral a una de las zonas mas alejadas del país, para medir allí como se vivía el proceso de elecciones. Aguas Claras en Nariño, lejos del casco urbano de Tumaco, bañada por el océano pacífico y entre el olor de pescado y la sonrisa amable de su gente, fue el Destino. Allí llego este reportero.

Todo comenzó con vuelo desde la base militar de CATAM en el occidente de Bogotá que nos trasladó hasta Cali, allí hubo necesidad de hacer una parada para ‘tanquear’ la pequeña aeronave ATR 42-320 que después de salir de la capital del Valle del Cauca, nos trasladó hasta el aeropuerto La Florida en Tumaco (Nariño), después bajamos y ‘nos trepamos’ a un bus intermunicipal que nos llevaría al destino final.

El Viaje en el bus no fue el más cómodo. Lo que ocurre es que en una ciudad en la que no hay transporte público, en donde las distancias se recorren a pie o en motos (hay muchas de ellas), encontrar un bus medianamente nuevo es imposible. Comenzamos el trayecto, ventanas abiertas, sillas ajustadas y velocidad máxima, 40 minutos de viaje, después una caminata y finalmente llegamos al destino, el puesto de votación número 10.

La votación

“La gente ha ‘votao’ desde la mañana en sana tranquilida y estamos contentos con esa curul de paz, por que con ella tenemos una defensa en el senado de la república para que nuestras problemáticas nos las solucione el amigo que esté allá”. Nos contó entre sonrisas y algo de timidez Ricardo Belalcázar, habitante de la vereda aguas claras y representante de sus vecinos.

Para Roselia, Camila, Deyanira y Manuel, habitantes de la vereda, la información de los organismos electorales no fue la mejor y no entendieron como votar por las curules de paz, así lo contó Roselia que tomó la vocería del grupo.

“Mi voto iba a ser por curules de paz, pero no hubo una claridad con respecto a la información, por que la explicación que nos dieron era que todo se hacia con un solo tarjetón, cuando en un video mostraban que se podía pedir de los dos, no pude votar por lo que quería”. Dijo.

Avanzamos a otra mesa, allí después de votar, nos encontramos con Darío que iba de afán porque trabaja vendiendo almuerzos y estaba tarde, en medio de su incipiente carrera, contó cómo le fue.

“Para pedir el tarjetón al senado no recordaba el nombre de mi candidato y uno de los que estaba en la mesa (de jurados) no me quería ayudar, otro que si recibió bien la capacitación (asegura) me dio una libreta para poder corroborar el nombre de la persona por la que iba a votar”. Contó Darío.

De vuelta a Tumaco

Terminamos nuestra visita a Aguas Claras, una vereda muy bonita que mezcla la frescura de las sonrisas de sus habitantes con el intenso calor; mucho, mucho calor, por lo menos así lo sintió este reportero “cachaco” que resaltaba por la palidez de su piel y la falta de resistencia, que más de una risa sacó a los habitantes del lugar.

Entonces ahí íbamos de regreso al casco urbano de Tumaco, nuevamente subimos al bus desvencijado, con las ventanas abiertas, sillas ajustadas y máxima velocidad, y llegamos…

El colegio San Juan Bosco nos recibió, entre sus antiguas columnas, en medio del coliseo, estaban ubicadas las mesas en donde los ciudadanos de la zona votaban con mirada de esperanza y muchas ganas de que el país avance.

“Vine a votar por el bien de nosotros, el pueblo, la comunidad, ojalá respeten mi voto” nos dijo Francy Requenesh, una mujer que es abuela y que aprovechando la salida a votar se vistió con sus mejores ropas; un traje rosado y un sombrero muy bonito engalanaban su resplandor, un resplandor propio de la esperanza con la que ella y muchos colombianos esperan que se respeten los procesos democráticos.

El Regreso

Llegó la hora, la visita a la vereda Aguas Claras y a Tumaco se había terminado. Nuevamente nos subimos al bus desvencijado, con las ventanas abiertas, sillas ajustadas y máxima velocidad, ahora el destino era el aeropuerto la Florida, volvíamos.

En el Aeropuerto nos despedimos de la población, dos jóvenes en una moto nos habían acompañado detrás del bus gran parte del recorrido, en su mirada estaba la esperanza de que algo puede mejorar, nos desearon buen viaje y así terminó este periplo, de nuevo a Bogotá.

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