Mujer en Medellín lleva 3 días sin saber nada de su hija en Providencia
Desde el pasado domingo no se sabe qué pasó con una joven de 28 años, su esposo y 2 hijos menores de edad. Todos estaban en la Isla cuando pasó IOTA.
Era la madrugada del pasado domingo cuando doña Ángela Álvarez, desde su casa en Medellín, acompañaba y daba fuerzas, vía celular, a su hija, María Fernanda López Álvarez, quien se encontraba en la Isla de Providencia viendo como, los fuertes vientos del huracán Iota, comenzaban a azotar su casa.
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Cuenta doña Ángela, que estuvo al teléfono con su hija hasta las dos de la madrugada cuando se interrumpió la comunicación y que desde ese momento no ha sabido nada de Maria Fernanda.
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“Perdí contacto con ella a las dos de la madrugada de ese domingo, nosotros la hemos buscado por redes sociales, las llamadas no entran, hemos buscado conocidos de San Andrés, pero nada, no hay comunicación”, contó a Caracol Radio, la señora Ángela.
Maria Fernanda, de 28 años de edad, nació en San Andrés pero hace 10 años vive en Providencia. Está casada con el isleño, Zadatt Neuwal, con quien tiene dos hijos, Emilee de seis años y Akram de 11 meses. Todos cuatro, junto con la bisabuela de los niños, una señora de 102 años, estaban en la vivienda que fue azotada por la tormenta tropical.
Inclusive antes de que se cortara la comunicación, en un desesperado audio, Maria Fernanda le alcanzó a contar a su mamá que los vientos habían arrasado con la vivienda que tenían justo a su lado.
“Mami, estoy muy nerviosa, esta casa se va a caer, estoy temblando, no puedo más, la cabeza me duele, tengo a los niños arropados, el corazón lo tengo acelerado, estoy muy mal, me estoy desesperando, me siento con claustrofobia, las paredes … Se siente impresionante como pega el viento en las ventanas, estoy muy mal”, dijo Maria Fernanda a su mamá en la última nota de voz que le envió por Whatsapp.
En Providencia esta familia, tiene un centro de buceo que por años fue o ha sido el sustento en casa. Son sobrevivientes del huracán Eta, que, aunque en ese momento los dejó sin casa, lograron sobreponerse y salir adelante, en medio de las dificultades.
La última vez que madre e hija estuvieron juntas fue cuando en febrero de este año Ángela pasó unas vacaciones en la Isla. 15 días después de su retorno a Medellín comenzó la pandemia.
Hoy Ángela clama por recibir noticias de su hija y demás seres queridos. Esperando, a veces con calma, a veces con desespero, que el teléfono suene con información sobre sus familiares.