Lanzamiento del poemario ‘No hay mar en el cielo’
Es un libro que interroga desde la sal: su brillo, su herida, su memoria, su peso en la historia íntima de las mujeres y en la arquitectura invisible del Caribe
Martha Amor Olaya
Hay libros que cierran ciclos y otros que los abren. No hay mar en el cielo, el cuarto libro de Martha Amor Olaya, nace en ese borde donde la palabra deja de ser refugio y se convierte en revelación. Es un libro que interroga desde la sal: su brillo, su herida, su memoria, su peso en la historia íntima de las mujeres y en la arquitectura invisible del Caribe.
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“Creo profundamente que es el mejor libro que he escrito”, afirma la autora. Y ese gesto —arriesgado, honesto, definitivo— condensa el espíritu de la obra: un viaje a lo esencial, a las preguntas que no evitan el dolor y a la lucidez que permanece cuando todo se desborda.
Martha Amor —escritora cartagenera, comunicadora social y periodista, con varios premios de periodismo y participación en ferias del libro como la FILBo y Guadalajara— lanza esta nueva obra en el Museo San Pedro Claver, un espacio que acoge las expresiones culturales de la ciudad. La entrada será gratuita y abierta al público.
Una celebración de voces que se encuentran
Para este lanzamiento, la autora estará acompañada por mujeres cuya sensibilidad y rigor literario amplifican el espíritu del libro:
- Milena Roa, estratega de contenidos.
- Ana Victoria Padilla Onatra, editora del poemario, historiadora y poeta.
- María Alejandra Buelvas Badrán, una de las voces poéticas más singulares de su generación, acompañada por la guitarrista Luisa Ochoa.
- Mafe Piñeres y Nacha Newbal, escritoras y gestoras culturales que han tejido comunidad literaria en la ciudad, abrirán un diálogo necesario sobre el poder de la palabra en nuestro tiempo.
La sal como origen, destino y pregunta
En No hay mar en el cielo la sal no es solo un elemento: es un lenguaje.
Preserva y consume. Protege y desgasta. Atraviesa el amor, la herencia, la violencia cotidiana, la fe, el cuerpo, la casa y el mar que funda nuestra identidad caribe. Es, como escribe la autora, “una sustancia capaz de decirlo todo”.
Este poemario invita a pensar en cómo la sal —y lo que simboliza— se cuela en los vínculos, en las estructuras de poder, en la memoria colectiva y en la intimidad de cada mujer. Y cómo, a pesar de todo, siempre queda el mar: ese espacio donde lo dañado puede purificarse o hundirse, donde la vida se espesa y se vuelve claridad.