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“Ay, Jesús”: La historia de fe y música que llevó a Héctor Ferrán de La Habana a Tokio

Un viaje marcado por la perseverancia, la fe y una canción que esperó 20 años para ver la luz.

HECTOR FERRAN AY JESUS CORTESIA SANDRA OSPINA PRESS

La historia de Héctor Ferrán (La Habana, 1987) no es la de un músico que busca la fama; es la crónica de un destino reescrito por la fe, la tenacidad y una serie de coincidencias que desafían la lógica.

Ferrán es el antídoto al cliché: un virtuoso cubano formado en el Conservatorio Amadeo Roldán y graduado del Instituto Superior de Arte (ISA), cuya voz no solo resuena con la sazón caribeña, sino con una convicción cristiana inquebrantable, rara en el paisaje musical de su Cuba natal.

El génesis de su carrera no ocurrió en un teatro, sino bajo la luz amarilla de un poste en La Habana. A los 11 años, ante la imposibilidad de practicar en su humilde hogar, Héctor encontró su primer escenario en un parque, ensayando guitarra hasta las dos de la madrugada. Fue en esas madrugadas solitarias que, a los 15 años, compuso “Ay, Jesús”, una canción que decidió guardar hasta que su vida tuviera la autoridad para contar esa historia.

El punto de inflexión llegó con una conversación de diez minutos con un músico japonés. Tres días después, Ferrán estaba en un avión hacia Tokio con apenas $20 dólares en el bolsillo. Sin internet, sin teléfono, sin hablar japonés ni inglés, su misión era encontrar a su contacto en la inmensidad de Tokio Station.

Lo logró, y Japón no solo le abrió sus escenarios, sino también el corazón: allí conoció a una bailarina japonesa, hoy su esposa.

Pero la vida le puso pruebas duras. Tras su brillante formación académica, las puertas en Cuba permanecieron cerradas. Luego, al establecerse en Tokio, el mundo se detuvo por la pandemia. Sin conciertos ni ingresos, Ferrán se convirtió en domiciliario, pedaleando bajo la lluvia y la nieve hasta las cinco de la madrugada. Fue en esa bicicleta donde se forjó su resiliencia definitiva.

La recompensa llegó como una luz: la cadena nacional NHK lo invitó a componer y cantar durante seis meses, llevando su voz a millones de japoneses y marcando el renacer artístico que dio vida a Héctor Ferrán y Kafé Negro. Hoy, “Ay, Jesús” deja de ser un secreto para convertirse en un himno de esperanza y fe.