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“Era un pueblo hermoso”: así recuerda a Armero una de las 5.000 sobrevivientes de la tragedia

Carmen Amparo Ocampo, quien sobrevivió a la avalancha de 1985 y se convirtió en una lideresa social de Armero Guayabal, recuerda con añoranza al próspero pueblo que desapareció tras la erupción del Volcán Nevado del Ruiz.

Tolima

Con suma nostalgia, Carmen Amparo Ocampo recuerda la prosperidad económica que reinaba en el antiguo Armero antes de la avalancha que arrasó con el pueblo la noche del 13 de noviembre de 1985. Ella es una de las 5.000 personas que sobrevivieron a la avalancha, la cual la dejó enterrada hasta la mañana del 14 de noviembre. En esa época tenía 24 años de edad.

La memoria de Carmen Amparo todavía retiene frescos los recuerdos de la bonanza que gozaba Armero para la época de la tragedia, en aspectos como infraestructura, urbanismo, industria, agricultura, generación de empleo, entretenimiento, servicios públicos y recursos naturales.

“Era un pueblo hermoso, con mucha construcción urbanística hermosa; eran casaquintas inmensas, teníamos muy buena infraestructura de servicios públicos, de vías, muy buenos restaurantes, muy buenos hoteles, teníamos la única desmotadora de algodón, el almacén YET, bancos, heladerías”, rememora Carmen Amparo.

Pese a su escasa población, que apenas superaba los 30.000 habitantes, Carmen Amparo sostiene que Armero era uno de los principales centros de desarrollo del Tolima debido a su ubicación estratégica, ya que se situaba en un punto de encuentro de vías que conducían al norte y centro del departamento, y hacia el vecino Caldas.

“Era un pueblo que se caminaba muy rápido, porque era un pueblo joven y bien organizado, pero muy productivo. No era tan extenso, sí en su zona rural, pero el pueblo en la zona urbana era una población pujante, de mucho desarrollo”, remarcó.

A su vez, Carmen Amparo destaca el benigno clima del que gozaban los armeritas y el ambiente de cordialidad en el que convivían. Sus recuerdos lo pintan como un pueblo idílico.

“Su gente era muy querida. Yo nunca sentí calor, y había temperaturas altísimas, pero teníamos grandes árboles y grandes fuentes hídricas; los ríos nos acompañaban cerca al pueblo. Era muy lindo vivir allá”, expresa.

Todo tiempo pasado fue mejor

En contraste con el esplendor del pasado, Carmen Amparo lamenta la pobreza en la que se encuentra sumido en la actualidad Armero Guayabal, el pueblo vecino de Armero en el que se asentó buena parte de los sobrevivientes.

“Estamos en una población donde llegamos y les invadimos su espacio, y eso fue muy duro para ambas poblaciones: los que estaban y los que llegamos. Ahora tenemos desarrollos urbanísticos, la topografía es muy bonita, tenemos una infraestructura de servicios excelente, pero ha sido muy duro porque hay mucho freno al desarrollo por la idiosincrasia, hay muchos latifundios y se ha disparado mucho la pobreza; no hay oportunidades laborales”, reveló.

En la actualidad, Carmen Amparo se destaca como una lideresa social y comunitaria infatigable, quien desde hace 40 años busca recobrar el esplendor del antiguo Armero.