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El Mayor Fuentes: un estratega al servicio de la comunidad

Por Emilio Guitiérrez, Subintendente Policía Nacional

Departamento de Policía Bolívar

Cartagena

Esta crónica revela cómo el equilibrio entre su vocación como oficial y su pasión por el ajedrez le ha permitido navegar por los retos personales y profesionales de una vida dedicada a servir a la comunidad.

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A menudo, la figura de un oficial de policía evoca una imagen de autoridad, disciplina y toma de decisiones rápidas. Sin embargo, detrás de esta fachada de mando y rigor, hay un ser humano con pasiones, sueños y vivencias que lo han forjado. Así es el caso del Mayor José Holger Fuentes Rivera, comandante del Cuarto Distrito de Policía Mompox en Bolívar, quien, más allá de su uniforme y rango, es un hombre cuya mente se mueve como una partida de ajedrez. Estratega en dos tableros: el de la seguridad pública y el de las piezas blancas y negras.

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Desde temprana edad, la vida del Mayor Fuentes estuvo marcada por la música y el orden, principios que adquirió en las aulas y patios de la Escuela María Auxiliadora de Piedecuesta, Santander. Allí, en su etapa de primaria, formó parte de la banda de paz, un espacio donde comenzó a cultivar una pasión por la disciplina marcial y la armonía musical. Más tarde, ya en la secundaria en el colegio Departamental Balbino García, profundizó en el aprendizaje de diversos instrumentos y consolidó un respeto por los valores de responsabilidad, puntualidad y trabajo en equipo. Siempre con el uniforme impecable y el instrumento en mano, demostró un profundo sentido de compromiso.

Con el paso del tiempo comenzó su carrera en la Policía Nacional, hace ya 19 años. “Me uní a la policía con el deseo de servir y proteger. Desde pequeño, observaba cómo mi padre, José de Jesús, un hombre del campo, ayudaba a la comunidad, y eso me inspiró”.

A medida que avanzaba en su carrera, las responsabilidades del Mayor Fuentes no sólo abarcaban la ejecución de la ley; también asumió roles de mentor, guía y líder. Ha enfrentado situaciones desafiantes, desde operativos de alto riesgo hasta momentos de gran tensión, pero hay algo que lo mantiene firme: su calma. Esa misma que lo conecta con una de sus grandes pasiones: el ajedrez.

Su fascinación por este deporte ciencia comenzó un domingo soleado cuando, aún niño, salía de misa con su padre en la calle Novena de Piedecuesta. Al observar una partida, quedó cautivado por el juego de estrategias, mentes agudas y decisiones críticas. Las piezas negras y blancas se movían con precisión, y cada jugada parecía contar una historia, una batalla de mentes en miniatura. Fue en ese momento que, atraído irremediablemente por ese universo, decidió acercarse.

Su padre, siempre atento, le explicó las reglas básicas del juego: cómo se mueve cada pieza, qué significa el jaque mate y la importancia de pensar dos o tres jugadas adelante. A partir de allí, comenzó a familiarizarse con el ajedrez, guiado por la sabiduría empírica de su padre. Día tras día, improvisaban partidas en el patio de su casa o en cualquier mesa que encontraran. Cada victoria y cada derrota se convirtieron en lecciones valiosas, en momentos de crecimiento.

Con el tiempo, ese niño curioso se convirtió en un hábil jugador y un gran estratega, capaz de desentrañar las complejidades de la “ciencia del ajedrez”. Sin embargo, nunca olvidó aquel primer momento en que, sin saberlo, se adentró en el fascinante mundo de las piezas y sus movimientos que más tarde lo llevarían a competir con lujo de detalles en torneos nacionales.

Para muchos, el ajedrez es solo una forma de pasar el tiempo, pero para el Mayor Fuentes, es mucho más. “El ajedrez me ha enseñado a ser paciente y estratégico, habilidades que aplico a diario en mi trabajo. Cada movimiento, cada decisión en una partida, tiene consecuencias. Lo mismo ocurre en la policía, donde cada acción puede cambiar el curso de una operación”, dice con la seriedad de quien conoce el peso de las decisiones.

En su mente, el ajedrez y la policía siempre han estado conectados. “Ambas disciplinas requieren un enfoque profundo. Mientras que en la policía las decisiones deben ser rápidas y de alto impacto, en el ajedrez cada jugada debe ser calculada y reflexionada. No hay lugar para la improvisación”, reflexiona.

Asegura que la clave está en encontrar el equilibrio. “A veces el trabajo me exige mucho, pero siempre busco un momento para sentarme frente al tablero y despejar mi mente. El ajedrez es mi refugio, un lugar donde no hay prisas, solo análisis y toma de decisiones a largo plazo”, explica con una calma que refleja la profundidad de su visión.

Como oficial de alto rango, las demandas de su trabajo son implacables. El Mayor Fuentes ha tenido que sacrificar momentos personales y familiares, algo que le pesa profundamente. “Hay momentos en los que me siento triste por no estar con mi familia, especialmente en fechas importantes o cuando los operativos me absorben. Pero sé que mi trabajo tiene un propósito y que, de alguna manera, también estoy protegiendo a mis seres queridos al proteger a la comunidad”, comparte con sinceridad.

Su familia, aunque acostumbrada a su ausencia frecuente, siempre lo apoya incondicionalmente. Al mirar hacia el futuro, tiene claro que, aunque el ajedrez y la policía han sido sus grandes pasiones, aún le quedan muchos sueños por cumplir. “Quiero seguir aprendiendo, seguir formándome, ayudando a los demás y, quizás algún día, cuando ya cumpla mi misión de vida, dedicarme a enseñar ajedrez a jóvenes en situaciones vulnerables. Me gustaría transmitirles lo que este juego me ha dado: la capacidad de pensar antes de actuar, de tener paciencia y de encontrar soluciones creativas”, dice con esperanza.

Finalmente, al preguntarle cómo le gustaría ser recordado, su respuesta es humilde: “No busco ser un héroe. Me gustaría que me recordaran como alguien que dio lo mejor de sí mismo en todo lo que hizo, ya fuera en el trabajo o en el ajedrez. Alguien que, con humildad, trató de hacer de este mundo un lugar un poco mejor con el ejemplo de mis padres José y Yanet”.

Este santandereano, nacido en el municipio de Charalá, padre de dos hijos, quien tiene 17 condecoraciones y 86 felicitaciones en su haber, no es solo un mayor de la policía ni un apasionado del ajedrez. Es un hombre que, a través de sus decisiones, sus jugadas y su vida diaria, demuestra que, en todo, es posible encontrar un equilibrio entre la disciplina y la pasión, la estrategia y el corazón. 

“Fui objeto de condecoración por parte del director general de la Policía Nacional”, recuerda el Mayor Fuentes con humildad y orgullo al mismo tiempo. Este reconocimiento, que recibió tras años de servicio inquebrantable, no solo fue una celebración de su dedicación y compromiso con la seguridad pública, sino también un testimonio del impacto de su liderazgo y estrategia en el Cuarto Distrito de Policía de Mompox. 

A lo largo de su carrera, ha sido distinguido por su capacidad para enfrentar los retos más complejos con valentía y precisión, características que lo han convertido en un referente dentro de la institución. La condecoración, más allá de un trofeo, representa la culminación de años de esfuerzo, sacrificio y un firme deseo de servir y proteger a la comunidad.

A lo largo de su carrera en la policía, ha enfrentado desafíos que van desde operativos de alto riesgo hasta momentos de profunda tensión, donde cada acción puede tener consecuencias de gran peso. Sin embargo, ha logrado mantener su calma y enfoque, aplicando lo aprendido en el ajedrez: la importancia de analizar cada jugada y pensar a largo plazo. Su vida es, en muchos aspectos, como una partida que sigue en curso, en la que no solo se mide por sus logros, sino por su capacidad para seguir adelante con integridad, siempre pensando en el siguiente movimiento, en la solución estratégica para resolver los retos que la vida le presenta.