Trump y Harris se defienden de acusaciones de fascismo y de ser el “enemigo interno”
Mientras Donald Trump asegura que es “lo opuesto a un nazi” tras las acusaciones de fascismo, Kamala Harris hace un llamado a la unidad en el país y afirma que no son el enemigo interno.
A una semana de las elecciones, los candidatos a la presidencia en Estados Unidos defienden sus campañas, Donald Trump asegura que es “lo opuesto a un nazi” tras las acusaciones de fascismo, mientras que Kamala Harris hace un llamado a la unidad en el país y afirma que no son el enemigo interno.
Esta semana los candidatos se embarcaron en una gira maratónica de mítines de campaña en los siete estados péndulo, sus últimas apariciones públicas siete días antes del 5 de noviembre.
Luego de que Kamala Harris advirtiera sobre cómo gobernaría su oponente Donald Trump si fuera elegido para un segundo mandato y lo calificara no solo de fascista sino que resaltara la la admiración del republicano por Adolfo Hitler, Trump respondió a estas acusaciones.
“La última frase de Kamala y su campaña es que cualquiera que no vote por ella es un nazi”, dijo Trump a sus partidarios en un mitin en Atlanta, Georgia, una frase que su rival demócrata no ha dicho.
“Usan esa palabra, en realidad son las dos. ‘Es Hitler’. Y luego dicen: ‘Es un nazi. No soy un nazi”, dijo Trump. “Soy lo opuesto a un nazi”.
En las últimas horas, desde Michigan, otro estado en disputa, Kamala Haris intentó enfatizar “las dos visiones extremadamente diferentes” de Estados Unidos que, según ella, representan los dos candidatos presidenciales.
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“Estamos todos aquí porque luchamos por una democracia y por el derecho de las personas a ser escuchados y vistos”, dijo Harris. “No se trata del ‘enemigo interno’. Estamos todos juntos en esto, y es por eso que luchamos”.
Trump ha comenzado a referirse a los demócratas aliados contra él como el “enemigo interno”, sugiriendo que son una amenaza mayor para la nación que el dictador norcoreano Kim Jong Un.
Y luego del revuelo por los comentarios de un comediante en un rally de Trump donde llamó a Puerto Rico, “una isla flotante de basura”, Barack Obama, quien se encuentra también en una gira de mítines de campaña a favor de Harris, desde Filadelfia, criticó el lenguaje racista y vulgar, aseguró que el país debe rechazar ese tipo de política de divisiones y odios, y que Estados Unidos está listo para pasar la página.
“Estos son conciudadanos de los que está hablando aquí en Filadelfia, son sus vecinos, son sus amigos, son sus compañeros de trabajo, sus hijos van a la escuela con los suyos. Son estadounidenses”, dijo Obama. Unos 500.000 puertorriqueños viven en el estado visagra de Pensilvania.
“Tenemos que rechazar ese tipo de política de divisiones y odio que vimos representada”, dijo Obama. “Estados Unidos está listo para pasar página”.
Por su parte JD Vance, fórmula vicepresidencial de Trump, defendió la broma y pidió a la gente tener un poco de sentido del humor.
“Un comediante contó un chiste, y no creo que sea una noticia que valga la pena publicar”, dijo Vance. “¿Podemos todos tomarnos una pastilla para relajarnos y hacer una broma de vez en cuando? Esto es ridículo”, agregó el republicano
“No vamos a restaurar la grandeza de la civilización estadounidense si nos ofendemos por cada pequeña cosa. Tengamos sentido del humor y divirtámonos un poco y vayamos a ganar en ocho días”, dijo Vance.
Lo cierto es qu estos ataques políticos, han generado un temor entre algunos estadounidenses. De acuerdo con una reciente encuesta de AP-NORC, 4 de cada 10 votantes registrados están “extremadamente” preocupados por posibles intentos violentos de anular los resultados de las elecciones del próximo martes y sus implicaciones para la democracia del país.
Los resultados de la encuesta reflejan las preocupaciones persistentes sobre la fragilidad de la democracia más antigua del mundo, casi cuatro años después de que la negativa del expresidente Donald Trump a aceptar los resultados de las elecciones de 2020 inspirara a una turba de sus partidarios a asaltar el Capitolio de Estados Unidos en un intento violento de detener la transferencia pacífica del poder.