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Los desafíos de la Inteligencia Artificial en la educación

El profesor de ciencias básicas de la UTB, Andy Domínguez, se cuestiona sobre los recientes avances en IA, como el chat GPT, y su relación con la educación

Cartagena

Por Andy Domínguez*

Uno de los más notables hitos recientes en inteligencia artificial dio lugar a finales del año 2022. Se trata de la entrega de la última generación de ChatGPT, una herramienta sofisticada que modela, optimiza y procesa el lenguaje natural fundamentado en el diálogo. En realidad, funciona como el más avanzado asistente virtual con el que se puede interactuar e intercambiar pensamientos alrededor de cualquier tópico a partir del diálogo escrito. Fue desarrollada por OpenAI, una compañía a la vanguardia de base científica que declara en su misión desarrollar productos de inteligencia artificial en beneficio de la humanidad.

ChatGPT hace uso de los últimos avances científicos de la inteligencia artificial, toda vez que incorpora un sofisticado modelo de red neuronal parametrizado para aprender con ingentes cantidades de datos (texto) diseminado en el universo digital y así generar respuestas plausibles con rasgos de proximidad humana a simples y complejas preguntas formuladas.

Desde respuestas relacionadas con recetas de cocina para algún menú, pasando por la petición de que logre explicar al detalle conceptos en alguna disciplina o indicaciones muy acertadas de cómo proceder a la hora de enfrentarse a codificar tareas en diversos lenguajes de programación, o en otros casos hasta dar sugerencias y respuestas a complejos problemas científicos. Sin duda ChatGPT es una poderosa herramienta que desafía la capacidad humana.

Sin embargo, desde su lanzamiento no solo se ha comprobado el alcance de su poder desafiándolo en cualquier dominio, sino que también ha conllevado a extender preocupaciones en el ámbito de la educación, tanto es así que desde su lanzamiento ha sido objeto de discusiones alrededor de su uso al interior de los centros educativos.

Algunas instituciones han sido radicales respecto a su uso: en el caso de la educación media, Nueva York, Los Angeles y Baltimore prohibieron de tajo el acceso y uso de ChatGPT en sus escuelas hasta tanto no se tenga luces sobre los beneficios y riesgos que ella cuestiona.

En el ámbito de la educación superior otro ha sido el escenario. Las principales universidades australianas abordaron proactivamente su preocupación convocando reunión al grupo en el que concurren las ocho universidades líderes del país, y al finalizar les sugieren a sus docentes rediseñar sus métodos de evaluación implicando priorizar el lápiz, el papel y el discurso oral.

El contexto de las universidades americanas el ambiente percibido sobre el uso de ChatGPT es menos prohibitivo. La herramienta ha concitado discusiones a tal magnitud que un recién egresado de 22 años de Ciencias de la Computación y Periodismo de la Universidad de Princeton, Edward Tian, desarrolló una herramienta similar a ChatGPT que identifica similitud estadística al verificar si un texto cualquiera fue escrito por una herramienta de inteligencia artificial como ChatGPT o un humano. La herramienta se llama GPTZero y desde su lanzamiento hace unos días ha sido muy bien acogida por los más de 6000 profesores de Harvard y Yale que firmaron su uso para sus cursos y de esa manera hacerle frente a los desafíos que impone ChatGPT a la hora de que un estudiante intente sacarle provecho a sus deberes.

En Colombia aun es escasa la discusión y pertinencia sobre su uso, sin embargo, los avances de la inteligencia artificial es claro que nos impone reflexionar acerca de su implicación en la educación. En especial al rol que debería jugar el docente cuando el estudiante dispone de una herramienta como ésta con la cual puede interactuar y resolverle muchas de sus dudas a través del dialogo, si bien a hoy presenta limitaciones en algunos aspectos, conlleva hacerle frente a una inevitable realidad que exige ser resolutivos frente a cómo abordar sus potencialidades y alarmar sobre sus deficiencias.

En lo particular, considerar atribuirle un carácter perverso a la herramienta con fines formativos es ir en contravía de la misma curiosidad científica que ha permitido tal nivel de desarrollo. Es negar la inexorable generación de nuevos conocimientos y al paso desconocer el vertiginoso desarrollo tecnológico que impacta cotidianamente nuestras vidas. La educación no será ajena a ella, negarse u oponerse demanda más esfuerzo que el de ser proactivo para abordar los desafíos que nos sugiere este desarrollo.

En mi caso me entusiasma la idea de incorporar la herramienta en mis clases de este semestre que inicia. Usualmente oriento cursos relacionados dentro del área de Probabilidad y Estadística, como también relacionados con Ciencia de Datos e Inteligencia Artificial, y le he preguntado a ChatGPT que me dé ideas de cómo usarla dentro de esos cursos y las respuestas han sido realmente provocadoras, estimulantes y lejos de ser descabelladas: Me ha sugerido ideas de cómo generar datos sintéticos (inventados) y partir de estos generar predicciones en determinados contextos que reten al estudiante; de cómo los estudiantes podrían reforzar conceptos vistos o previos a clases para que asimilen el material dejado (esto es conocido como Flipped Classroom o Aula invertida); rediseñar actividades que inciten a contrastar las respuestas de la herramienta; elementos de cómo generar reportes de análisis estadísticos de diversas formas para realizar presentaciones claras y concisas sobre algún hallazgo basado en datos. La herramienta, como se señalaba al inicio, tiene el alcance que promete la misión de la compañía en tanto que nos enriquece a todos.

*Profesor de la Facultad de Ciencias Básicas UTB, adominguez@utb.edu.co