Vamos por la doce, para que el pueblo verde goce / Opinión de Santiago Rendón

Fui ese niño de pocos amigos que durante mucho tiempo se vistió con pantaloneta, guayos y el buzo que llevaba impresa la imagen de René Higuita hasta para ir a la iglesia. Los regalos que más recuerdo de mi primera comunión fueron un par de balones, un radio y otro buzo de Higuita. En el radio seguía los partidos de Nacional con las voces del ‘Paisita de Oro’ y Wbeimar Muñoz, y tal como escuchaba que describían los goles de Nacional los dibujaba en un cuaderno. Mi madre se sentía feliz porque pensaba que su hijo, que se la pasaba pegado de los cuadernos, estudiaba mucho

Conocí el Atanasio Girardot con mis padres, en un partido del Independiente Medellín en 1987, pero mi atención se la llevó desde siempre Atlético Nacional. Cuando regresé al estadio, esta vez con un tío alcahuete, fui a un partido del verde y viví la emoción más grande que había sentido hasta ese momento; fue amor a primera vista con el estadio vestido de verde y blanco

Después de mi grandiosa carrera como suplente en los torneos de fútbol de mi barrio y de mi colegio, me volví hincha de radio y TV porque al estadio iba solo a algunos partidos, como quien se reencuentra cada tanto con el amor de su vida para revivir la pasión, en cada cita me fue atrapando más este sentimiento hasta volverme visitante asiduo de las tribunas del Atanasio. Me encanta todo el bello ritual de llegar temprano a la unidad deportiva, hablar con otros hinchas, planear la estrategia correcta para enfrentar el rival de turno y después de la salida del estadio, quedarse en las casetas aledañas celebrando los triunfos o puteando en las derrotas, tomar una cerveza y luego dejar el estadio con la certeza de regresar pronto

Nacional me ha dado muchos momentos felices. Es un amor que es difícil de comparar; sé que nunca le seré infiel y que será para toda la vida y eso, si no es en tu equipo de fútbol, es muy difícil de encontrar

Del Atlético Nacional actual debo decir que he sido crítico de Juan Carlos Osorio; no le deseo mal, por el contrario, rezo para que se gane el baloto y no tenga que volver a trabajar, pero me da tristeza ver a mi equipo en repetidas ocasiones deslucido en la cancha y sin los detalles que me enamoraron. Cómo no voy a querer ver buen fútbol y entrega en la cancha si nuestros colores los vistieron Andrés Escobar, Faustino Asprilla, Víctor Aristizábal, René Higuita, el Palomo Usuriaga, el Chonto Herrera, Diego León Osorio, John Jairo Tréllez, Leonel Álvarez, Alexis García, Iván Ramiro Córdoba, Chicho Serna, Camilo Zúñiga, David Ospina. Esos son solo algunos de los que me tocó ver porque esta juventud me impidió ver a Cueto, la ‘Chancha’, Carrabs o a Zubeldía en el banco

Pero los colores y la historia que hacen grande a un equipo están por encima de los nombres; por eso sigo enamorado de Nacional, del Nacional de Andrés Escobar, del señor Juan Carlos Osorio y de sus hinchas. En esta final espero otra de las muchas alegrías que me ha dado el rey de copas, aunque sé que no va a ser fácil. Santa Fe está en un momento donde parece que todas las piezas encajan y tienen un juego bonito y efectivo, pero en lugares más oscuros nos ha cogido la noche y en las grandes finales es donde salen a relucir los hombres que nacieron para convertirse en ídolos, para ganarse un sitio en el corazón ferviente de la hinchada, en sus pieles como tatuajes o en escritos de principiantes, como este

Espero ver a quienes salten a la cancha vestidos de verde en esta final con la jerarquía y grandeza que representa la camiseta que llevan puesta y que borden en el escudo del Atlético Nacional la estrella número doce, para que el pueblo verde goce.