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Miriam Liz: ¿Cómo los saberes indígenas aportan al sistema de justicia de Colombia?

La magistrada indígena de la Jurisdicción Especial para la Paz, Miriam Liz, explica que en el país hay 115 sistemas de justicia indígenas que se encuentran trabajando en 64 lenguas originales de los pueblos étinos

Miriam Liz, primera magistrada indígena en la Jurisdicción Especial para la Paz (Prisa Media)

El proceso de paz en Colombia ha traído enormes cambios y retos para el país. Por un lado, permitió que muchos lugares del país dejaran de vivir entre guerras y zozobra; por otro lado, ha llevado a que los colombianos, y especialmente el sistema judicial, se tengan que enfrentar a un sinfín de desafíos para conseguir que esa paz sea efectiva en todo el territorio colombiano.

Uno de esos grandes desafíos tiene que ver con la inclusión de las comunidades indígenas, una población que suele sufrir en silencio los vejámenes de los conflictos armados. Miriam Liz, magistrada indígena en la Jurisdicción Especial para la Paz, ha sido clave en el proceso de reconocimiento de estas comunidades, especialmente para promover justicia en el marco del Acuerdo de Paz.

Del Cauca a las salas de justicia de la JEP

Miriam Liz es una líder y abogada indígena del pueblo Nasa que actualmente se destaca por su trabajo como magistrada de la JEP.

A sus 42 años, Liz ha liderado varios procesos de reconocimiento indígena dentro de la jurisdicción, buscando que en ellos prime lo dispuesto en el capítulo étnico del Acuerdo de Paz, la coordinación interjurisdiccional y los saberes de los pueblos étnicos.

“En el proceso de justicia transicional y restaurativa, que involucra principios como el diálogo, la sanación y la restauración, nosotros tenemos mucho que aportar”, explica Liz, quien señala que los pueblos indígenas cuentan con 115 sistemas de justicia, en los que se trabaja en sus 64 lenguas originales.

Todos esos saberes han comenzado a ser escuchados y aplicados en los procesos de justicia que se llevan a cabo en la JEP.

“Todos esos saberes de los pueblos logran sanar y armonizar; por esta razón, nosotros comenzamos a aplicarlos en los rituales judiciales ordinarios y, si bien generan discusiones, también han traído enormes transformaciones”, explicó Liz, quien fue elegida este año como una de las 100 nuevas líderes de Colombia.

“Lo importante es no renunciar, incluso a pesar de los obstáculos”

Liz comenzó sus estudios a los 5 años y, a esa edad, le tocaba todos los días caminar cerca de una hora para poder llegar a su escuela. Aunque su padre le compraba sus zapatos de caucho, a esta pequeña le parecía mucho más cómodo irse descalza por esos caminos, especialmente porque así evitaba ensuciarlos. Así lo hizo hasta su grado quinto.

En su comunidad, lo usual era que las mujeres terminaran sus estudios y se fueran a la ciudad a buscar recursos. En el caso de Liz, su padre quería que ella se fuera a estudiar, pero para ello, le puso la condición de repetir su último año, pues no había conseguido la mejor nota final.

“Mi padre siempre buscó la excelencia, entonces me pidió que, si quería ir a estudiar, debía repetir el curso”, cuenta Liz. En un principio, accedió, pero semanas después de comenzar, decidió renunciar y optó por trabajar.

Se fue a Bogotá y estuvo trabajando allí con su hermana unos meses, hasta que, luego de darse cuenta de que esos trabajos eran complejos y poco apreciados, se devolvió al Cauca. Finalmente, repitió el último año, obtuvo una mejor calificación y luego comenzó su carrera de derecho en la Universidad Agraria de Colombia.

Accedió después a una beca de la Relatoría sobre los Derechos de los Pueblos indígenas con la Organización de los Estados Americanos (OEA) en 2009 y, luego, trabajando en el Ministerio Público en Bogotá, es invitada por Ana Manuela Ochoa para ser magistrada de la JEP.