Murió Miguel Urrutia Montoya, primer gerente del Banco de la República
Era uno de los economistas más importantes del país y se había destacado por impulsar el arte
A los 85 años falleció el economista y el primer gerente del Banco de la República, Miguel Urrutia Montoya.
Durante su gestión al frente del Emisor contribuyó en la estabilidad de la economía del país y en la adopción de la política monetaria.
Nació en la ciudad de Bogotá en 1939, y se graduó en 1961 de la Universidad de Harvard; desde ese año se dedicó al análisis de la Economía Colombiana; se especializó en Economía en la Universidad de California, Berkeley en donde obtuvo el Master of Arts en 1964, y el Ph. D. En 1967.
Desde entonces, se desempeñó como secretario general del ministerio de hacienda en el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, entidad de la que a su vez fue ministro encargado, también ocupó el cargo de asesor de la Junta Monetaria, fue Subgerente Técnico del Banco de la República de Colombia, y director de planeación nacional, y posteriormente, durante el Gobierno de Alfonso López Michelsen, ejerció como ministro de minas y energía.
Es considerado como la persona que implementó la política cultural en el Banco de la República después de la constitución de 1991, cuándo se fundó como una institución para garantizar la independencia monetaria, y de igual forma impulso la creación de los museos y las bibliotecas en diferentes zonas del país.
El también profesor de universidades como los Andes y Nacional, recibió la Cruz de Boyacá por sus méritos profesionales, y cuyo aporte a la sociedad colombiana, también se vio reflejada en varias publicaciones de libros como: El crecimiento económico colombiano en el siglo XX: aspectos globales, Lecciones sobre el desarrollo: un estudio comparativo de Asia y América Latina, Colombia ante la economía mundial y The political economy of fiscal policy.
Como reconocimiento a su aporte cultural, el museo del Banco de La República lleva su nombre desde el año 2016, pues asignó a esta área un papel estratégico, exigiendo que esa labor se ajustará a las prácticas presupuestales, y de transparencia de toda la organización, ayudando a que la actividad no solo creciera en colecciones, en presupuesto, en infraestructura y en programación, sino que se profesionalizó y adquirió un alto nivel técnico.
