Crónica sobre la masacre Trujillo: ¿Cuánto vale?

Cargando una foto en blanco y negro, casi borrosa y desgastada con el tiempo, Josefina Valencia, una humilde campesina del Municipio de Trujillo, en el Norte del Departamento del Valle del Cauca, junto a sus dos hijas, lloran al ver la foto de su esposo y padre, luego de 19 años de que lo descuartizaran vivo con una motosierra, su cabeza y tronco fueron depositados en costales y luego arrojado a las aguas del Río Cauca, mal llamado “cementerio clandestino”

Esta imagen, es solo una muestra de las 25 mil personas que durante los últimos 25 años habrían desaparecido en Colombia producto de la violencia y es una muestra de las innumerables víctimas que siguen deambulando por las veredas, corregimientos, municipios y ciudades de Colombia pidiendo a “gritos” que los escuchen y exigiendo la Verdad, la Justicia y la Reparación

Colombia no solo se acostumbró a olvidar el horror y la sevicia con que se aniquila a las víctimas, sino que -al parecer- son datos “no registrados”

A miles de kilómetros de Colombia, bajo el cielo de Ruanda, en África Central, entre abril y junio de 1994, ochocientas mil personas fueron asesinadas por sus compatriotas como resultado de una lucha entre etnias. Tres mil víctimas fueron niños. Increíble, pero cierto. Se cometieron atrocidades sin nombre -como ocurre en Colombia- en las que participaron no solo paramilitares y las fuerzas armadas -como ocurre en Colombia- sino también altos funcionarios del Gobierno y dirigentes del partido en el poder -¿?- Pero ahí no para todo. Esta matanza sistemática de hombres, mujeres y niños -como ocurre en Colombia- se perpetró con pleno conocimiento y pasividad de la comunidad internacional que no hizo nada para detenerla

Solo después de semejante barbarie, la Asamblea General de las Naciones Unidas, mediante una Resolución 58/234, fijo el 17 de abril de cada año la celebración del Día Internacional de Reflexión sobre el genocidio cometido en Ruanda

En Colombia, luego de décadas de tener un geografía ensangrentada, se creo la Ley de Justicia y Paz (975) aprobada por el Congreso de Colombia el 22 de junio de 2005 y sancionada por el Presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez un mes después, para juzgar los delitos atroces (como secuestro, genocidio, desaparición forzada o tortura) cometidos por guerrilleros y paramilitares que quieran dejar las armas y reinsertarse a la vida civil. También aspira a que sus víctimas puedan ver garantizados sus derechos a la Verdad, la Justicia y la Reparación

A esto se suma la creación el 4 de Octubre de 2005 de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, CNRR, que tendrá hasta el 2013 el gigantesco desafío de lograr la mayor dosis de reparación simbólica, judicial y material de las víctimas de la violencia

Recientemente en Madrid, España (20 abril de 2009) el Director de la CNRR, Eduardo Pizarro -Ph.D. en Sociología del Instituto de Estudios Políticos de París- junto con el alto Comisionado para la Paz de Colombia, Frank Pearl, anunciaron que 12 mil víctimas del conflicto colombiano comenzarán a recibir una reparación en un proceso que se abrirá en varios meses y que incluye a 200 mil víctimas de delitos atroces y 3 millones de desplazados - unas 600 mil familias- Me pregunto: Josefina Valencia, la humilde campesina del Municipio de Trujillo y sus dos hijas, ¿será una de las beneficias a quién se le entregará un mero cheque con una cifra cualquiera?

¿Para Josefina cuánto vale la vida de su esposo descuartizado y arrojado al Río Cauca? ¿cuánto vale la vida de un hijo para una madre? (*) Juan Carlos Díaz Periodista Servicio Informativo Caracol Radio Cali