"Más rápido, más alto, más lagarto"

Los deportistas sueñan, entrenan, trabajan duro para una sola cosa: tener que fingir cara de agrado cuando un político quiere aprovecharse de sus triunfos.

Egan Bernal ganó el fin de semana pasado el Giro de Italia y las reacciones de la clase política, como siempre, son inmediatas. Las bicicletas de los ciclistas colombianos son las que tienen los sillines más grandes del mundo porque parece que siempre ganaran pedaleando al mismo tiempo con 23 congresistas, 7 ministros, el alcalde de su municipio, el presidente de turno y todos los expresidentes.

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Si la carrera por salir a congraciarse con triunfos deportivos ajenos fuera un deporte olímpico todos los políticos ganarían medalla de oro. Sería imposible desempatar. Y el eslogan sería: más rápido, más alto, más lagarto.

Y todos se suben al bus de la victoria, así no les guste que sea un articulado de Transmilenio. No importa.

Igual no hay mucho que esperar en una sociedad donde la política no se hace para lograr consensos para salir de las crisis sino simplemente por deporte.