El Magdalena Medio en el realismo mágico de García Márquez

Los amaneceres y atardeceres en el Magdalena Medio son espectaculares, dispuestos a iluminar el alma, encender el ánimo y abrazar el entorno para tener una experiencia especialmente cálida.

Magdalena Medio

Cierro los ojos y me imagino el paso del tren. La gente de aquella época salía de la ciudad para llegar a un paraíso. Primero pasaban por las montañas y llegaban a las llanuras de la ribera del Magdalena. Entre la ciudad y el río los antioqueños nos dejaron obras adelantadas para su época, desafiantes de lo imposible, como el Túnel de la Quiebra, el Puente Monumental de Puerto Berrío, la terminal del tren de Cisneros y el legendario Hotel Magdalena.

Esa es tan solo una parte, del paisaje nos quedamos cortos. Las quebradas de Cisneros acarician la montaña para reunirse todas en el Nus y buscar el Magdalena. Los zarzales sobresalen en las carreteras y de repente se cuela un olor dulce de los trapiches paneleros. Para los pasajeros debió ser un dolor del alma subirse a las máquinas estruendosas y decirle adiós a este pueblo hermoso. Y el tren seguía hacia el río.

Desde arriba se divisa mejor. Cuando bajas al nivel del río donde está el Remolino Grande abres la página del realismo mágico. El tren donde el Nobel regresó a su Aracataca quiso terminar sus días de trabajo en La Grecia de Puerto Berrío, donde la gente tiene a un cocodrilo como mascota.

Por el río bajan las historias del Caribe y de los Andes, es el crisol. En el Puerto hay que platicar con los pescadores y ver sus acrobáticas maniobras para abrir las atarrayas y pescar las doradas, doncellas y blanquillos. Luego navegar el río en contracorriente en una chalupa hasta llegar a los puentes: el Monumental y el nuevo que va hacia la ruta del petróleo.

Comer en el Magdalena Medio y el Nordeste es un reto para quienes no son tan comilones, pues nadie le puede decir que no a un plato de pescado frito con patacón al pie del río o una torta a base de panela y cacao. Y de postre los lácteos de búfalo. A las 6 llegan las golondrinas y el día en el Magdalena termina.

El amanecer de arreboles enciende de nuevo las luces de la magia en Cisneros y Puerto Berrío.

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