Esta es la historia de los 'falsos testigos' del caso Colmenares
La Fiscalía investiga si su intención era beneficiarse con el programa de Protección a Testigos o si alguien les pagó para que dijeran mentiras.

La Fiscalía investiga si su intención era beneficiarse con el programa de Protección a Testigos o si alguien les pagó para que dijeran mentiras.
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Amenazas que nunca fueron comprobadas, fotos que jamás fueron reveladas, datos que no correspondían a lo que pasó durante la trágica noche del 31 de octubre de 2010 y contradicciones permanentes, son los elementos que torcieron aún más una investigación que ahora apunta a las presiones que habría ejercido el fiscal González para mostrar resultados a lo largo de un proceso en el que decidió poner a prueba algo más que su honor.

Vigilante de 33 años y oriundo de Codazzi (Cesar), Ayola se presentó a un CAI el 4 de junio de 2012, justo tres días después de anunciarse que el fiscal González iba a ser relevado de la investigación, y manifestó ser testigo presencial de la muerte Colmenares. "Laura Moreno se le acercó a Colmenares cuando intentó llamar por su celular, ella se lo quitó y le pegó una cachetada. Después de recibir algunos golpes, uno de ellos cogió una botella y le dio un golpe en la cabeza", manifestó Ayola quien aseguró que pasaba por el lugar durante la noche de los hechos.
Su testimonio fue el primero en desvirtuarse pues la Fiscalía determinó, tal como lo dijo la defensa de Laura Moreno, que esa noche Ayola tuvo turno de guardia privada en el conjunto cerrado Bochica 5 y 6. Ayola solo permaneció dos meses en el Programa de Protección de Víctimas y Testigos del que salió por mal comportamiento.

Al día siguiente un investigador de Policía Judicial que apoyaba al fiscal González lo entrevistó, en el diálogo que sostuvo con él aseguró que era muy amigo de Daniel Giraldo, conocido de Carlos Cárdenas, que lo conoció en el año 2009 cerca de un bar llamado La Corraleja en la zona rosa y que la relación con él fue mucho más cercana durante todo el 2010.
Justamente el 31 de octubre de ese año, Giraldo, según su versión, le puso una cita en el bar PentHouse, donde se celebró la fiesta de disfraces a la que asistieron Colmenares, Laura Moreno y Jessy Quintero. Tras asegurar que llegó tarde a la cita porque no encontraba la discoteca, comenzó a caminar hacia el norte, se percató de una pelea y decidió caminar hacia el Parque El Virrey, tomó una distancia y ubicación adecuada y se dio cuenta que uno de los que participó en la golpiza fue Giraldo.
Finalmente la Fiscalía concluyó, por registro fotográficos e interceptaciones telefónicas que Giraldo ese día no estaba en la zona rosa ni en el Parque El Virrey, sino en el sector de Quintaparedes, y además que pese a la cercana relación entre los dos, que según él se hizo más fuerte en 2010, Giraldo no estuvo en Colombia, sino en China, desde mediados de septiembre hasta mediados de octubre.
Un acontecimiento en el que quedó en evidencia la fragilidad del testimonio de Martínez fue el señalamiento sobre otro supuesto testigo, amigo suyo, quien estuvo en un sitio al que no hizo referencia, y al que, según él, llevaron a Colmenares; allí él habría quitado los pisos que tenían rastros de sangre. En este nuevo episodio, Martínez además le pidió a Luis Alfonso Colmenares, el padre de Luis Andrés, 200.000 pesos para ayudarlo por su difícil situación económica. La sorpresa fue tal para la Fiscalía al contactar a esta persona, que se determinó que el supuesto nuevo testigo nunca quitó pisos y que tampoco recibió ningún dinero, pues su condición no era apremiante.
Otra de las supuestas pruebas falsas que se establecieron, tenían que ver con los vehículos: ninguno coincidió con la descripción aportada por Martínez, ni por el color, ni por las placas. Pero además cuando el testigo prometió entregarle a la fiscal Martha Lucía Zamora, el pasado 30 de noviembre de 2012, unas fotos de los vehículos pues, aseguró, tenía una copia guardada de la SIM que le dio a su amigo asesinado, la llamó alterado, dijo que lo amenazaron una vez más y que le robaron la tarjeta SIM. También se determinó que ese día nadie llegó al domicilio donde se encontraba el.
Todas estas inconsistencias, sumadas a sus antecedentes judiciales (es investigado por hurto calificado y agravado y falsedad en documento privado por robarle un vehículo a su primo y traspasarlo fraudulentamente),hicieron que un juez de la República lo enviara a la cárcel y que la Fiscalía evalúe si lo implica también en lo que, siguen considerando, fue un homicidio.

Palomino contactó de inmediato al fiscal Antonio Luis Gonzáles, quien fue su profesor en la universidad, y le dio a conocer la información, sin embargo le pidió que, para representar los intereses de Martínez y viajar a Bogotá, necesitaba que le enviarán los pasajes, razón por la cual González se contactó con Luis Alfonso Colmenares, el papá de Luis Andrés, para que se los pagará.
Ese mismo día González y Palomino escucharon a Martínez en su casa, y al día siguiente en declaración juramentada, contó en detalle los hechos, y entre otras particularidades dijo que en el lugar de los hechos (Parque El Virrey) había una camioneta "Ford Explorer de placas BOV 358. Ese día yo tomé una foto, por chismoso. La placa me quedó grabada. Pasó eso y yo me quedé dando vueltas. Y yo después parqueé el carro tres cuadras hacia el sur porque por ahí hay discotecas y me quedé caminando. Pasó un buen rato, duré como unas dos horas en ese subir y bajar y a lo último cuando iba a buscar para irme a eso era de 4:00 a 4:30 veo cuando llega un automóvil oscuro de placas BLE 215, la memoricé y anoté, de donde se bajan dos personas de las cuales una era un persona negra de contextura ni muy grueso ni muy delgado, alto que se baja y mira (...)".
Sin embargo esa no sería la única sorpresa revelada. En otra de las declaraciones juradas, gozando ya de los beneficios del Programa de Protección a Víctimas y Testigos, expresó su temor por las amenazas en su contra y aseguró que la tarjeta de su teléfono celular que contenía las fotos fue entregada a Arturo, un amigo suyo que fue asesinado el 12 de abril al sur de Bogotáy que tenía pruebas de la participación de la abogada Aydé Acevedo, defensora de confianza de la familia de Carlos Cárdenas, a este hecho. La investigación de la Fiscalía no determinó ninguna vinculación de la jurista.



