¿Qué está pasando en Ruta N?
Caracol Radio indagó las denuncias de empleados e investigadores que hablan de una parálisis de la entidad
Antioquia
El nombramiento la ingeniera Diana Zuluaga Rendón, que acaba de asumir como directora de Planeación y Prospectiva de Ruta N, es el último movimiento que llamó la atención de por lo menos ocho fuentes consultadas por Caracol Radio en los últimos días sobre la situación de esa entidad.
Un grupo de empleados y colaboradores, pero también de investigadores de diferentes universidades, aseguran que desde septiembre del año anterior varias decisiones del director, Javier Darío Fernández, han afectado la transparencia y en general el rumbo de ese centro que empezó a funcionar en noviembre de 2009 para ser el eje del ecosistema de ciencia, tecnología e innovación de Medellín.
Vale la pena recordar que esto ocurre después de que, en agosto de 2020, el alcalde Daniel Quintero solicitó la renuncia del director de entonces, Juan Andrés Vásquez, a quién él mismo había nombrado en marzo. Poco después, el alcalde anunció en una entrevista radial que Fernández asumiría ese cargo. Ni el retiro de Vásquez ni el nombramiento de Fernández fueron consultadas con la junta directiva, lo que llevó a la renuncia masiva de los integrantes de esa corporación.
Pero la preocupación actual de los empleados quedó expresada en una carta que enviaron 47 de ellos al director Fernández el 22 de diciembre y que se filtró en los últimos días. En ese documento aseguraron que Ruta N se encuentra en una “profunda inestabilidad institucional”, y que la entidad estaba tomando “un rumbo incierto o por lo menos no comunicado abiertamente a los empleados y colaboradores”.
Eso, agregaba la carta, ha deteriorado el ambiente laboral y generado renuncias masivas que se suman a algunos despidos. Uno de ellos, aunque no lo menciona el documento, fue el de Elkin Echeverri, quien desde 2013 ocupaba el cargo al que llegó Diana Zuluaga y en octubre fue notificado por la junta de que no continuaría en la entidad.
El de Echeverri es un caso que se ha hecho emblemático para los empleados, pues según una de las fuentes consultadas, “era de las pocas personas que quedaba y que tenía a Ruta N en la cabeza”. Eso coincide con la postura del profesor Iván Darío Vélez, director del Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales (PECET) de la Universidad de Antioquia, quien en diálogo con Caracol aseguró que “los programas se están acabando y la gente clave: los profesores, los ideólogos, la gente que creó Ruta N han salido o los han despedido”.
Pero la llegada de Diana Zuluaga no llama la atención solo porque esté antecedida del despido de Echeverri, cuestión que podría interpretarse como una transición natural en una entidad. Ese caso demuestra, a juicio de las fuentes consultadas, que el director Fernández y la junta directiva están pasando por alto los procedimientos de selección de personal que se basaban en convocatorias públicas y evaluaciones de méritos. Mucho más porque algo similar ocurrió con la llegada, a finales de 2020, del abogado Alberto Grisales, quien primero fue presentado como asesor jurídico adscrito a la Dirección y luego asumió la Secretaría General, dependencia que no existía.
Ante la pregunta sobre los procedimientos de contratación que sigue la entidad, el director Fernández le dijo a Caracol Radio que no se ha pasado por alto ningún procedimiento ni normatividad. Aunque sobre el caso puntual de Zuluaga dijo que le evaluación de su hoja de vida se había hecho en la junta directiva y no en un comité de contratación.
“La junta aprobó su vinculación, se hizo la revisión del perfil y se verificó que las condiciones se cumplieran”, afirmó. Sin embargo, vale la pena señalar que la postulación de Zuluaga a ese cargo no fue por la vía de una convocatoria pública o un concurso de méritos. A la pregunta sobre si él mismo había llevado esa hoja de vida a la junta, Fernández respondió: “Nosotros tenemos nuestras redes sociales. En LinkedIn recibimos hojas de vida de manera permanente, entonces lo que yo hago como director es ir mirando esas hojas de vida de alto perfil técnico que son necesarias para corporación, evaluarlas y mirar qué oportunidad hay. Así llega Diana”.
Sin embargo, llama la atención que Zuluaga, quien fue presentada en su nuevo cargo en la primera semana de febrero, trabajó antes en Quipux S.A., empresa que tiene a cargo la administración de sistemas de información de varias oficinas de tránsito en el país. Además, gerenció el consorcio ITS, encargado de la operación de las fotomultas en Medellín, y del que hace parte la misma compañía. Lo llamativo es que las actividades de Diana Zuluaga en ese consorcio coincidieron con el momento en que Darío Amar, hoy vicepresidente ejecutivo de Nuevos Negocios, Innovación y Tecnología de EPM e integrante de la junta de Ruta N desde el año anterior era el CEO de Quipux.
¿Ruta N paralizada?
Otro aspecto que destacaron los empleados en su carta de diciembre es la falta de claridad con el direccionamiento y el presupuesto de la entidad. “Estos cambios no se limitan a lo sucedido el pasado agosto cuando la Junta Directiva renunció en pleno y se dio un cambio de la dirección, en los últimos meses se ha profundizado con la poca claridad que hoy tenemos ante la financiación de los proyectos misionales, ante la reestructuración organizacional y ante la nueva estrategia”, dice la carta.
A ello se suma lo que afirma el profesor Iván Darío Vélez, director del PECET: “En agosto del año pasado renunció toda la junta directiva y llegó un nuevo director que está acabando con Ruta N. Ya no tiene presupuesto, no lo gestionó, tenemos el presupuesto más bajito de los últimos 11 años”. Y la posición de Vélez es importante, no solo por su trayectoria que lo ubica como uno de los científicos más relevantes del país en la investigación de enfermedades tropicales, sino porque el grupo que el lidera es, en sus palabras, “es al mismo tiempo constructor y beneficiario” de Ruta N.
Agrega Vélez que la ciudad se está devolviendo 10 años y que la posibilidad de que “Colombia pierda el ecosistema alrededor de Ruta N es gravísimo”. Pero al respecto, el director Javier Fernández dijo que, por el contrario, cuenta con “el presupuesto más grande en la historia de la ciudad de cara a fortalecer la ciencia, la tecnología y la innovación”. Según le explicó a Caracol, ese presupuesto se divide en $3.000 millones que corresponden de manera específica al componente de ciencia, tecnología e innovación, y $19.000 millones del programa Centros de Valle del Software.
Sin embargo, al revisar esa información, Caracol constató que el programa Centros de Valle del Software es en realidad una iniciativa de la Secretaría de Desarrollo Económico de la Alcaldía de Medellín en la que Ruta N actúa como operador. En otras palabras, el presupuesto de la entidad para proyectos propios es en realidad solo de los primero $3.000 millones de pesos que mencionó el director. Una cifra muy distante a los $22.415 millones que ejecutó en 2019.
Al preguntarle a Fernández por su visión de futuro para la entidad, afirmó que su propósito es llevarla a los territorios con una apuesta por el emprendimiento y la innovación. Sin embargo, ese foco en el emprendimiento también genera resistencias. Claudia Álvarez Barrera, doctora en Creación y Gestión de Empresas, profesora e investigadora en temas de emprendimiento e innovación dice que también percibe una parálisis en la entidad, pero que, adicionalmente, es un error promover más emprendimiento. “Se requiere un Ruta N articulador de las organizaciones del ecosistema. Tener más emprendedores es una pésima política pública. Lo que deberíamos propiciar es tener empresas de más calidad, con mayor potencial de crecimiento y que sean sostenibles a largo plazo”, dice Álvarez.
Por su parte, el director Fernández niega que haya una parálisis, dice que la entidad quiere resolver “problemas de la cotidianidad del ciudadano promedio” y que se encuentra “en un ejercicio para definir esa estrategia, para definir esa ruta para la Ruta N del futuro”.