Ciencia y medio ambiente

¿No logra mantenerse activo? La ciencia dice que podría estar haciendo el ejercicio equivocado

Una nueva investigación sugiere que elegir rutinas físicas que se ajusten al perfil psicológico de cada persona puede aumentar el disfrute, reducir el estrés y mejorar los resultados del entrenamiento.

La forma en la que hace ejercicio podría deberse a su personalidad

La forma en la que hace ejercicio podría deberse a su personalidad / skynesher

El secreto para hacer ejercicio con constancia y sin sufrimiento podría estar en la personalidad.Una reciente investigación del University College London (UCL) encontró que adaptar la actividad física al tipo de personalidad puede ser clave para aumentar el disfrute, la adherencia al entrenamiento y los beneficios para la salud mental. Los hallazgos, publicados en la revista Frontiers in Psychology, abren nuevas posibilidades para diseñar programas de ejercicio más efectivos y personalizados.

El punto de partida es claro: menos del 25 % de la población mundial cumple con los niveles mínimos de actividad física recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta falta de adherencia ha sido atribuida, en parte, a la dificultad para mantener la motivación. Sin embargo, este estudio plantea que identificar el tipo de ejercicio adecuado para cada perfil de personalidad podría ser una solución eficaz.

Personalidad y ejercicio: ¿qué relación existe?

Para llevar a cabo el estudio, los investigadores dividieron a los participantes en dos grupos: uno de intervención, al que se le asignó un plan de ejercicios en casa por ocho semanas (incluyendo ciclismo y entrenamiento de fuerza), y otro grupo de control que continuó con su rutina habitual. Todos los participantes completaron cuestionarios para evaluar su nivel de disfrute, estado físico y nivel de estrés antes, durante y después de la intervención.

Los rasgos de personalidad evaluados fueron extraversión, neuroticismo, apertura a la experiencia, amabilidad y responsabilidad (modelo conocido como “Big Five”). El análisis reveló patrones consistentes entre el tipo de personalidad y las preferencias o respuestas al ejercicio:

  • Las personas extrovertidas disfrutaron más de entrenamientos intensos y en grupo, como los deportes de equipo o clases colectivas.
  • Aquellos con altos niveles de neuroticismo prefirieron rutinas privadas, con descansos frecuentes, pero no necesariamente de baja intensidad.
  • Quienes mostraron altos niveles de responsabilidad tendieron a completar los entrenamientos con disciplina, incluso sin disfrutarlos particularmente.
  • Las personas abiertas a nuevas experiencias se sintieron atraídas por ejercicios variados y novedosos.

El ejercicio también ayuda a reducir el estrés, especialmente en ciertos perfiles

Una de las conclusiones más significativas del estudio fue la relación entre el ejercicio personalizado y la disminución del estrés. Antes del inicio del plan de entrenamiento, ambos grupos presentaban niveles similares de estrés. Sin embargo, después de las ocho semanas, se observó una reducción considerable del estrés en el grupo de intervención, especialmente entre las personas con alto neuroticismo.

“Es un hallazgo muy positivo, ya que muestra que quienes son más propensos al estrés también pueden beneficiarse más del ejercicio”, afirmó la doctora Flaminia Ronca, autora principal del estudio. Por su parte, el profesor Paul Burgess añadió que la clave del éxito no está en forzar rutinas, sino en encontrar actividades físicas que generen placer y motivación intrínseca.

No se trata de entrenar más, sino de entrenar mejor

Los investigadores concluyen que uno de los factores más importantes para mantener una rutina de ejercicio a largo plazo es el disfrute. Por tanto, si una actividad no resulta agradable, lo recomendable no es abandonarla por completo, sino intentar otras opciones hasta encontrar aquella que mejor se adapte al estilo de vida y al perfil psicológico de la persona.

“Así como los animales no necesitan motivación externa para moverse, los humanos también tenemos señales internas que nos indican que necesitamos actividad física para sentirnos bien. El problema es que muchas veces ignoramos esas señales”, concluyó Burgess.

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