Internacional

Amnistía Internacional critica el doble rasero occidental para denunciar abusos en Ucrania

La ONG lamenta que la invasión rusa demuestra que el sistema internacional es incapaz de responder a las crisis globales.

Guerra en Ucrania. Foto: Getty Images

Guerra en Ucrania. Foto: Getty Images / JARAMA

Amnistía Internacional (AI) lamentó hoy en su Informe Mundial sobre 2022 el “doble rasero” de la comunidad internacional e instituciones como la Unión Africana (UA), que, al contrario de lo que sucedió con la guerra en Ucrania, permanecieron calladas frente a los abusos ocurridos en África.

“En el 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, AI insiste en que un sistema internacional basado en las normas de los derechos humanos debe aplicarse a todas las personas, en todas partes”, destacó el informe.

“Si bien los Estados occidentales, así como algunos Estados africanos, han reaccionado enérgicamente a la agresión del Kremlin en Ucrania, se han mantenido en silencio sobre violaciones graves cometidas en países de África, como Burkina Faso, República Centroafricana (RCA), República Democrática del Congo (RDC), Etiopía, Mali y Mozambique”, añadió.

Según AI, estas “respuestas inadecuadas” a los abusos de derechos humanos han alimentado “la impunidad y la inestabilidad”.

AI también señaló a la UA al asegurar que su respuesta “a las violaciones graves y los abusos de los derechos humanos que se cometieron en los conflictos de la región fue ausente o tímida en el mejor de los casos”.

Japhet Biegon, coordinador de AI en África, habló de un “fracaso de liderazgo” de la UA, durante la presentación del informe en Nairobi.

Según Biegon, “la UA es una institución que se creó hace veinte años para, entre otros objetivos, responder activamente a los conflictos de África e intentar prevenirlos, (...) pero muchísimos ciudadanos de todo el continente no tienen ningún motivo para celebrar este aniversario”.

“Envalentonados por la ausencia de atención o acciones decisivas de la UA y las Naciones Unidas, los grupos armados y las fuerzas gubernamentales siguieron atacando a los civiles en conflictos por todo el continente, dejando un rastro de muerte y destrucción”, denunció el informe.

Biegon destacó que, siete años después de que la UA ordenase la apertura de un Tribunal Híbrido para Sudán del Sur (HCSS) para juzgar los crímenes cometidos en ese país desde 2013 -fecha del inicio de su última guerra civil-, este sigue sin existir.

De igual forma, si bien la UA medió con éxito en el acuerdo de paz que terminó con la guerra del norte de Etiopía el pasado noviembre, “pasó por alto la impunidad desenfrenada en el país y no ha ofrecido una hoja de ruta clara para garantizar la rendición de cuentas por crímenes de guerra y contra la humanidad”, según Amnistía.

La ONG pro derechos humanos también enfatizó su preocupación por el impacto económico de la pandemia de coronavirus, la guerra en Ucrania y la crisis climática, que hicieron que “los derechos de millones de personas a la alimentación, la salud y una calidad de vida adecuada se hayan visto seriamente socavados en todo el continente”.

“El precio de los productos básicos ha crecido, lo que dificulta que las personas normales puedan pagar alimentos y otras necesidades básicas. Muchas personas tienen dificultades para vivir en economías frágiles como Zimbabue, Liberia y Sudán del Sur”, destacó la directora de AI para el oeste y el centro de África, Samira Daoud.

Además, algunos países de África, como Camerún, Etiopía, Esuatini (antigua Suazilandia), Guinea-Conakri, Mali, Mozambique, Senegal y Zimbabue, intentaron “silenciar” a los disidentes pacíficos, a los periodistas y a los activistas de derechos humanos.

AI documentó el año pasado la muerte de decenas de manifestantes por el uso excesivo de las fuerzas de seguridad en Chad, RDC, Guinea-Conakri, Kenia, Nigeria, Senegal, Sierra Leona, Somalia y Sudán, entre otras naciones africanas.

La violencia de género también persistió en África el año pasado, con un aumento en el número de mujeres asesinadas en Sudáfrica, la prohibición de que las niñas embarazas estudien en los colegios de Tanzania y Guinea Ecuatorial, o la ausencia de sistemas de protección para las supervivientes de violaciones en muchos países.

“Las mujeres apenas están representadas en los procesos para la toma de decisiones o en las conversaciones de paz”, lamentó, por su parte, la directora adjunta para el este y el sur de África de AI, Flavia Mwangovya, durante la presentación del documento en Nairobi.

“Cualquier proceso de paz nunca será completo si no tiene en cuenta las realidades y las necesidades específicas de las mujeres y niñas”, añadió Mwangovya.

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