El Muro de Berlín fue una vergüenza contra la humanidad: analista
La conmemoración de los 30 años de su caída es un recordatorio de que los muros no deberían existir en ninguna parte del mundo.
La humanidad conmemora este 9 de noviembre una de esas fechas históricas, que son imposibles de olvidar y que marcaron a varias generaciones.
La caída del Muro de Berlín, ocurrida en 1989, es una de las fechas más importantes no solo para Europa sino para el mundo, en donde entregó nuevos conceptos de libertad y se convirtió en el símbolo del fin de la Guerra Fría.
“Fue un evento simbólico para todo el mundo”, destacó el analista y profesor de la Universidad del Rosario, Ricardo Abello. El académico aseguró que fue el final de una guerra para la que ya se estaba preparando Naciones Unidas, adaptando por ejemplo la estructura del Consejo de Seguridad.
Abello afirmó que la caída del muro o el fin del mismo era algo que poco se pensaba, pues por un lado estaban Estados Unidos y las potencias y por otros lado la URSS, que tenía esquemas totalmente diferentes y había un completo hermetismo en lado oriental.
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“Esa negociación, lograr que acabaran con esas diferencias y que cambien las comunidades del este o de la zona de hierro, fue realmente supremamente simbólico para todo el mundo”, señaló el analista internacional.
Más tarde llegó el proceso de reunificación, que comenzó con “una alta complejidad y traumatismos que estarán ahí siempre”, según explica Abello. Destacó que no era fácil hacer el cambio especialmente económico y social, que además se entendiera cómo iba a ser el funcionamiento del Estado.
Aunque en territorio se denuncian algunas diferencias que todavía son perceptibles en el terreno, estas ya han disminuido y de acuerdo con el analista, “ya hay una reunificación completa en todo el sentido de la palabra”.
A pesar de eso, Abello y muchos otros académicos concuerdan en que se trata de algo que nunca debió ocurrir. “El muro es una vergüenza y lamentablemente hoy siguen existiendo muchos muros de los que no se habla y que deberían ser todos destruidos”. Destacó el de los Saharauis o el de Ceuta y Melilla.