Lenta muerte de Bocas de Cataca
Estos pobladores viven un desplazamiento ambiental, dicen expertos.
La Expedición Viaje al Corazón del Caribe ha llegado hasta esté corregimiento de Pueblo Viejo, en donde antes de la masacre del años 2000, vivían unas 200 familias y en donde hoy quedan unas 35.
Hasta allí solo se puede llegar en pequeñas canoas, porque lo que queda del río Aracataca parece una lágrima, con menos de un metro de profundidad. El paso aparece un cementerio de peces, que mueren por falta de oxígeno, dicen los pobladores.
“Se me reventaron dos mantas, por la cantidad de pescados muertos que hay en la Ciénaga”, dice Nicolás Samper, un curtido pescador que nació en Bocas de Cataca. “Los ríos tienen agua fermentada, los peces no tienen oxígeno”
Bocas de Cataca está muriendo. Según explica la investigadora de la Universidad del Magdalena, Sandra Villardy, se han perdido 25 hectáreas de ciénaga en esa zona. Hoy Bocas de Cataca prácticamente no es un pueblo palafitos, la gente vive en tierra.
Según Corpamag, se han concesionado 20 metros cúbicos de agua para sector agrícolas, pero según reconoce Alfredo Martínez subdirector de Corpamag, la intensa sequía ha obligado a cerrar compuertas en zonas de producción agrícola, para que llegue más cantidad de agua a la ciénaga.
El complejo de humedales de la Ciénaga Grande impacta la vida de 14 municipios donde habitan 350 mil personas, de allí la importancia de mantener el equilibrio.
El próximo 4 de abril se vence el plazo de 30 días que otorgó la Procuraduría, para que entidades departamentales como Corpamag y nacionales entre ellas el Ministerio de Ambiente, generen acciones coordinadas para “frenar la sedimentación, la alteración geomorfológica del suelo; como la adecuación de cultivos y ganado, la canalización de arroyos, los cambios en la calidad de hábitats y la fragmentación ecosistemita en general y déficit hídrico de la Ciénaga Grande.
