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La vida de los excombatientes después de la guerra

En el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación, La Guajira, en Mesetas, Meta, los exguerrilleros le apuestan a la vida sin armas.

A una hora del municipio de Mesetas en el Departamento del Meta, en medio de montañas se puede ver un caserío de techos rojos con paredes blancas, en este lugar está ubicado el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación, La Guajira, más conocido para los excombatientes de las FARC, como Mariana Páez, quien era la ideóloga de esa esa guerrilla.

Aquí están instalados unos 300 excombatientes entre hombres y mujeres que le apostaron a la vida sin armas. Cuando llegaron a este lugar en el año 2017, no había nada, sólo un terreno vacío. Así lo cuenta Luz Marina Giraldo, una de las líderes del Espacio Territorial.

"Realmente encontramos un potrero, nada más". Con el trabajo de todos, dos años después este lugar de 17 hectáreas está transformado. Ahora hay unas 700 casas, cuentan con servicios públicos, plantas de tratamiento de agua, planta eléctrica, dos restaurantes, un hotel con 18 habitaciones, iglesia, panadería y otros servicios que han hecho que este terreno sea su hogar. "Es muy diverso porque nosotros hemos querido desde un principio el sentido de que quiere cada uno".

El otro foco para los exguerrilleros que habitan en este Espacio Territorial, son los proyectos productivos a los que le invierten el dinero que reciben de la renta básica mensual que son 740.000 para sacarlos adelante. Tienen iniciativas como la cría de gallinas, una panadería, un negocio de yogurt, una modistería, producción de café entre otros proyectos.

"Sí nosotros no nos reconciliamos, no vamos a poder vivir en paz, por eso el lema es tómate un tinto por la paz de Colombia, con aroma de reconciliación".

Los excombatientes que viven en este Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación, La Guajira, en Mesetas, Meta están convencidos que este camino de la vida civil, sin armas, es el adecuado.

Muchos de ellos ya tienen empleo en las veredas vecinas en donde la comunidad ya los acepta como parte de ellos, y estas muestras de confianza son las que hacen que estos exguerrilleros sigan trabajando para que la paz se consolide en Colombia.

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