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De la política análoga a la digital

La política, economía y demás prácticas sociales se han visto modificadas por el avance tecnológico.

De la política análoga a la digital

De la política análoga a la digital(Juan Sebastián Rozo)

Lo he dicho en repetidas ocasiones y cada vez que pueda lo volveré a decir. Somos parte de una generación privilegiada. Estamos siendo testigos del momento más apasionante de la historia de la humanidad gracias a las nuevas tecnologías y el Internet. Nunca antes se habían presentado cambios tan fuertes, tan profundos, ni con tanta velocidad como los que estamos experimentando hoy. La forma como pensamos, actuamos, vivimos, trabajamos y nos relacionamos ha sufrido un cambio radical. Las más importantes instituciones y disciplinas están siendo retadas en su estructura, principios y dinámica gracias a las TIC. 

Por ejemplo, los principios de las ciencias económicas se han visto fuertemente cuestionados y desafiados por la llegada del blockchain, las criptomonedas y la tecnología financiera, o “fintech”. Hoy se habla en este campo de una nueva estructura y de nuevos conceptos como el de la economía colaborativa y la economía digital. Y la política y el gobierno no son la excepción a esta nueva realidad. Hoy, prácticamente todos los gobernantes en el mundo moderno están hablando de gobierno en línea y gobierno digital. De la mano de la tecnología, se esta trabajando en la consolidación de estados abiertos, administraciones públicas transparentes y eficientes que promuevan y materialicen la participación ciudadana garantizando el acceso, seguridad y protección de la información. 

En el ejercicio de la política hay un gran reto de cara la revolución digital. La relación entre políticos, los partidos y los ciudadanos, cambió. Los líderes políticos no pueden quedarse en las dinámicas antiguas y desgastadas de poder. Pararse a dar un discurso en una plaza pública esperando que los ciudadanos los oirán y aplaudirán al unísono por el hecho de haberlos llevado hasta allá, afortunadamente, ya no ocurrirá. 

Y es que el ciudadano de hoy está conectado, es crítico, interactúa, opina y participa activamente gracias a tecnologías y a las redes sociales. No “traga” entero. La vieja estrategia de ir a los barrios a convencer al electorado tampoco tiene sentido si tenemos en cuenta que el tiempo que están gastando los ciudadanos navegando en Internet sigue creciendo de manera exponencial. Contar con una estrategia digital se volvió indispensable. No es para ser más efectivo. Es algo necesario para sobrevivir. 

Por su parte, los partidos políticos que siguen pensando que sus interlocutores son únicamente su dirigencia, los congresistas y los empleados de la organización, están profundamente desconectados y equivocados. Si no recapacitan, se adaptan y se reinventan con base en la nueva realidad digital, les vendrán años de oscuridad y desaparecerán. 

Ejemplos de reinvención digital en la política hay miles. Hace ya varios años nació en la ciudad de Buenos Aires el Partido de La Red, el cual implementó una plataforma de participación ciudadana bastante efectiva basada en un sistema de código abierto. En su primera votación alcanzó cerca de 22 mil votos. En Uruguay funciona el Partido Digital, el cual busca fortalecer la democracia aumentando la participación y la transparencia apoyándose en la tecnología. Actualmente, están buscando las firmas necesarias para poder inscribirse ante la Corte Electoral y poder funcionar a nivel nacional. 

En el ámbito nacional, basta un ejemplo de la actualidad. La pasada consulta anticorrupción fue impulsada fundamentalmente a través de herramientas tecnológicas y contenidos digitales distribuidos en las redes sociales. Fue un ejercicio de liderazgos sin jerarquía y sin estructuras electorales, en el que primó la conversación directa y el contacto permanente con la ciudadanía. El resultado fue muy diciente: más de 11 millones y medio de votos. Las organizaciones, movimientos e iniciativas políticas que quieran prosperar deben concentrar sus esfuerzos en liderar causas afines a una identidad ideológica, a través de una conversación franca y fluida con los ciudadanos utilizando las herramientas tecnológicas disponibles en la actualidad. 

Por otro lado, la forma de financiar las campañas y los partidos es otro aspecto que se debe replantear. Las grandes corporaciones privadas ya no financian el ejercicio político y electoral como lo solían hacer. Hay que ir a buscar a quienes apoyan las causas y utilizar los mecanismos tecnológicos para darle transparencia a los aportes económicos y procesos de financiación. Las autoridades y los ciudadanos podremos saber con transparencia quién está financiando qué. 

Una página web, una aplicación móvil y la utilización de las redes sociales ya no son suficientes para innovar y prosperar en el ejercicio de hacer política. Nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial, la recopilación y el análisis masivo de datos, son un imperativo para quienes quieran tener éxito haciendo política en la actualidad. Estas tecnologías no son una moda. Conocer mejor al electorado para transmitir un mensaje pertinente y relevante a través de la segmentación detallada del público es algo que resulta elemental. Herramientas como ¿Who targets me? o ¿Quién me tiene en la mira? pueden ser descargadas por todos los usuarios de Internet para conocer qué publicidad o propaganda electoral les están disparando en Facebook y otras plataformas. 

Si analizamos la situación, la crisis de los partidos en el mundo, y particularmente en Colombia, es apenas normal. Son pocos los políticos y organizaciones electorales consientes de esa nueva realidad digital. Nuestros partidos y movimientos políticos están encapsulados en discusiones domésticas y anacrónicas. Los políticos están estancados en la vieja dinámica electoral.

Pregunto: ¿cuántas organizaciones políticas en nuestro país cuentan con expertos en, por ejemplo, Big Data o netnografía? Cero. Los viejos políticos y partidos análogos perderán la capacidad de influir en los grandes debates que debemos afrontar como sociedad, si es que no la perdieron ya. La decisión de dar pasos contundentes hacia la reinvención digital en materia política no es una opción, es una obligación. Así como las organizaciones privadas en las diferentes industrias de la economía nacional han venido enfrentándose a esta nueva realidad, todos los actores políticos deben ser conscientes y avanzar ya.

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