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Falleció la mejor tenista en la historia de Brasil

Maria Esther Bueno fue diagnosticada con un cáncer el año pasado.

Falleció la mejor tenista en la historia de Brasil

Falleció la mejor tenista en la historia de Brasil(Getty Images)

São Paulo

Campeona de 19 Grand Slam, Maria Esther Bueno, la máxima tenista brasileña de todos los tiempos, será recordada como la que abrió las puertas de este deporte a las mujeres en Latinoamérica.

Se distinguió por su estilo elegante y un servicio agresivo.

En una época en la que el tenis estaba dominado por estadounidenses, australianas y francesas, Bueno, nacida en Sao Paulo en 1939, emergió en la década de los 60 para marcar una era.

Fue número del mundo en 1959, 1960, 1964 y 1966, y emprendió una gesta al alcance de muy pocos: ganó 19 de las 35 finales de Grand Slam que disputó en individual, dobles y dobles mixtos a lo largo de su carrera, que se prolongó por alrededor de dos décadas.

El primero de ellos fue con tan solo 18 años, en 1958, cuando en su primera visita a Wimbledon venció, junto con Althea Gibson, a las estadounidenses Margaret Dupont y Margaret Varner por 6-3 y 7-5.

En 1959 se proclamó reina del tenis al ganar en individual Wimbledon y el Abierto de los Estados Unidos y convertirse así en la primera mujer no estadounidense en ganar esos dos grandes en un año, algo que ni siquiera pudo conseguir otra leyenda, Suzanne Lenglen.

Al año siguiente retuvo el título en las pistas del All England Tennis Club de Londres, una proeza que hizo que su figura apareciese estampada en los sellos de "Correios do Brasil".

Al final de su carrera ganó 589 torneos internacionales y puso a Brasil como un país que no solo sabía jugar bien al fútbol.

Nacida un 11 de octubre de 1939, Bueno mamó el tenis desde que estaba en la cuna, pues sus padres pasaban la mayor parte de su tiempo libre en las canchas del Club de Regatas de Tietê de Sao Paulo, que estaba a pocos metros de su casa.

Creció con el sonido del tenis en la cabeza, al igual que su hermano mayor Pedro, quien representó a Brasil en la Copa Davis y llegó a jugar en el circuito profesional, pero nunca alcanzó el nivel de la benjamina.

Las primeras raquetas que llegaron María, ya habían sido empuñadas previamente por su padre, su madre y su hermano y eran extremadamente pesadas para su edad, lo que la obligó a depurar un estilo sólido y agresivo, a la par que elegante.

Perfeccionó su servicio a partir de una foto en un libro del estadounidense Bill Tilden y de la observación del resto de los ídolos de la época, porque tampoco tuvo un entrenador formal.

De 1,70 metros de altura, fue una autodidacta que usó su habilidad y talento para escalar de manera meteórica hasta ver en 1978 su nombre en el Salón de la Fama del Tenis.

Siendo adolescente fue campeona nacional en las principales categorías juveniles hasta que a finales de 1957 hizo su primera aparición en el Orange Bowl Championship de Florida.

Partió para Europa y se coronó en Wimbledon.

La apodaban entonces 'la Golondrina de Sao Paulo' porque aparecía de la nada para atacar y dominar la red.

Pero dolores agudos en la rodilla izquierda pararon su carrera.

Le retiraron el menisco y le dieron un plazo de rehabilitación de cuatro meses que no respetó en contra de la opinión de los médicos.

La ansiedad por una pronta recuperación y la falta de sueño contribuyeron a que perdiera hasta nueve kilogramos de peso, todo ello sumado a problemas en el codo que la obligarían a decir adiós.

Esos contratiempos no impidieron que sumara, en la categoría de dobles, su último título de Grand Slam en Estados Unidos (1968).

Se vio obligada a retirarse temporalmente a principios de 1969, debido a los dolores insoportables en el brazo.

Los médicos le dijeron que el daño era tan grave que no volvería a jugar. Buscó a otros especialistas y por orgullo volvió a mediados de los 70 a las pistas para ganar el Abierto de Japón.

Pocos sabían que María solo podía jugar apenas una hora por día con ayuda de inyecciones de cortisona para reducir su inflación en el brazo hasta que dijo basta en 1980.

Lejos de apartarse de su gran pasión, se involucró en proyectos deportivos para jóvenes y fue comentarista de grandes torneos.

La extenista fue diagnosticada con un cáncer el año pasado que se complicó en los últimos meses hasta su fallecimiento.

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