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Hablar entre iguales en Venezuela

Manetto, corresponsal de El País en Bogotá,, se concentra en hechos que evidencian la manipulación del gobierno venezolano en el llamado a elecciones

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Colombia

El periodista corresponsal del diario El País en Bogotá, Francesco Manetto, se concentra en los hechos políticos que dejan en evidencia la manipulación que el gobierno venezolano, en cabeza de Nicolás Maduro, hace del llamado a elecciones presidenciales.

Llama a que la oposición adopte la mejor posición en beneficio de los ciudadanos venezolanos.

Por: Francesco Manetto

Decir que Venezuela, a estas alturas, hubiera necesitado diálogo es casi una obviedad.

El problema es que el diálogo entre el Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición, si se produjo formalmente con varios intentos desde hace aproximadamente dos años, resultó ser, sobre todo, un simulacro.

La semana pasada saltó por los aires la última tentativa: una mesa instalada en República Dominicana en otoño, con acompañamiento internacional, de la que se supo poco, al menos hasta principios de 2018.

La brecha entre las partes, que durante el último año se hizo cada vez más profunda, se volvió insalvable a cuenta del asunto ahora más importante. Esto es, las elecciones presidenciales del 22 de abril.

La celebración de unos comicios libres y con garantías es una de las reivindicaciones históricas de la opositora Mesa de la Unidad Democrática.

Por eso la convocatoria de abril les parece doblemente inaceptable. En primer lugar, porque las reglas de juego de una cita que debería ser crucial favorecen al chavismo. En segundo lugar, porque proporcionan una coartada al régimen, una suerte de excusa.

Maduro tiene por delante dos meses de campaña en los que podrá esgrimir un argumento que, en un contexto de normalidad democrática, siempre es sacrosanto. Es decir, votemos.

Pero esa premisa no se da en Venezuela. Por lo menos, eso no es lo que queda reflejado en el acuerdo que el oficialismo trató de imponer a la oposición. Las negociaciones, que tuvieron la mediación del expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero, fracasaron principalmente porque hay un interlocutor, el Gobierno, que no se plantea la cesión de poder. Ni para suscribir un pacto más equilibrado ni para contemplar la posibilidad de alternancia.

Zapatero recalcó, incluso a través de una carta remitida a la oposición, que la prioridad tenía que ser el entendimiento. Es evidente que eso, en condiciones de paridad, hubiera sido lo deseable.

Pero esa paridad no existió y la mejor muestra es el hostigamiento que sufren las fuerzas políticas críticas con el chavismo y los líderes opositores, inhabilitados o encarcelados.

Ese desequilibrio tiene, además, un efecto inmediato, lo que demuestra que la estrategia de Maduro es más sofisticada de lo que parece. La Mesa de la Unidad Democrática, una coalición con 18 partidos, está dividida y debilitada.

Debe resolver qué hacer ante las elecciones y probablemente la decisión acabará por profundizar sus fracturas. De momento, Voluntad Popular, la formación de Leopoldo López, dio el primer paso. Este viernes llamó al boicot de las presidenciales y advirtió a sus aliados con un mensaje nítido: “Quien se inscriba con estas condiciones estará haciéndole un favor a la dictadura”.

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