Lady Di: la princesa del cuento de hadas con final trágico en un túnel de París

Era domingo de madrugada en París, sábado de noche en Colombia. Transcurría un fin de semana tranquilo, con poco movimiento informativo, en el que se hablaba en el país de política y de Proceso 8.000, como se volvió costumbre en aquella época.

Ya en la etapa final del Noticiero de la Noche del sábado, de repente apareció un “flash” de la AFP, Agencia Francesa de Prensa que, como hoy, prestaba sus servicios a Caracol Radio. La noticia era alarmante: la princesa Diana de Gales se había accidentado en un túnel cercano al famoso puente L’Alma en París.

Los detalles no llegaron rápido pues los medios de prensa franceses ya habían cerrado sus ediciones dominicales y solo había periodistas de guardia en sus salas de redacción, que sorprendidos acudieron al lugar. Por aquella época las redes sociales no estaban ni en sueños e internet todavía era un medio incipiente.

Pero unas llamadas telefónicas clave a París permitieron varias entrevistas que poco a poco aclaraban a los oyentes lo sucedido. La Princesa de Gales, de 36 años, había salido del hotel Ritz con su novio, el multimillonario egipcio Dody Al Fayed, de 41 años.

Lo hicieron a gran velocidad para tratar de eludir, sin éxito, a un enjambre de fotógrafos que buscaban una placa para confirmar lo que ya se rumoraba ampliamente: el noviazgo de esta pareja, tras la tormentosa separación de Lady Di y del Príncipe Carlos.

Viajaban en un auto Mercedes Benz de color negro al mando del conductor y guardaespaldas Henri Paul, quien perdió el control del vehículo cuando ingresaba al túnel y se estrelló de manera violenta contra las columnas.

Los tres alcanzaron a ser llevados a centros hospitalarios, pero nada se pudo hacer para salvarlos. Solo sobrevivió un cuarto ocupante, un guardaespaldas de Al Fayed. El deceso de la princesa Diana Spencer se produjo hacia las 4 de la mañana del domingo 31 de agosto de 1997 en París, es decir, hacia las 9 de la noche del sábado 30 en Colombia.

Entonces se informó sobre la detención de siete fotógrafos implicados en una presunta responsabilidad de la tragedia por la alocada persecución a la pareja por las calles de la capital de Francia. Al final todos quedaron libres y tomó fuerza el término “paparazzi”, que para muchas celebridades sigue siendo un dolor de cabeza.

Pocas horas después el palacio de Buckingham en Londres se llenó de flores, como señal del dolor de los ingleses, quienes reclamaron claridad sobre el accidente, porque rápidamente se tejieron versiones de que pudo tratarse de un complot contra la pareja, que no era bien vista por la realiza británica.

Hubo investigaciones pero al final se concluyó que fue un accidente provocado por Henri Paul, el conductor del vehículo, quien –se dijo- estaba manejando bajo los efectos de alcohol y antidepresivos.

Pero aun hoy, 20 años después, persisten algunas dudas sobre las causas reales, así como sobre la difícil relación de la princesa con Isabel II y con la casa real, que nunca le perdonaron a Diana su forma de ser, su carisma y su trabajo, que mantuvo la reina largamente opacada.

Aun después de su muerte, Diana brilló. Su sepelio fue seguido en el mundo entero, así como la actitud de la casa real que no permitió a los dos hijos de la princesa, Guillermo y Enrique, dar muestras del dolor que carcomía sus almas. La propia reina finalmente tuvo que acceder a dar el pésame, pues al comienzo no quiso hacerlo y tenía planeado no suspender un viaje, pero finalmente tuvo que hacerlo.

Veinte años después la reina ha recuperado el protagonismo, pero aún siguen los reproches por la forma como se manejó la separación de Diana y Carlos, la manera en que los niños debieron vivir el dolor por la muerte de su madre y una supuesta falta de claridad sobre las investigaciones de la tragedia que todavía siguen generando hipótesis de este final trágico del cuento de hadas con la princesa rebelde.