Los desamparados
El año 2016 pasará a la historia, como aquel en el que los politólogos y analistas políticos no le atinaron a ninguna.
Primero fue el Brexit, luego el plebiscito en Colombia y, para cerrar, las elecciones en los Estados Unidos. En el caso de las dos primeras votaciones, se sabía al menos una semana antes de los comicios, que los resultados estarían bastante ajustados, pero en la elecciones de Estados Unidos se daba por descontado de Clinton ganaría varios estados indecisos, por lo que su elecciones estaba asegurada. Es decir, en voto popular podría estar ajustada la elección, pero por colegio electoral la ventaja sería importante.
En el resto del mundo, varias señales aumentaban el desconcierto entre los analista. Por ejemplo, España tardó un año en hacer gobierno; del viejo bipartidismo entre PSOE y Populares, se pasó a un modelo multipartidista. La llegada de Podemos y Ciudadanos modificó sustancialmente el mapa político. En Italia, el movimiento Cinco Estrellas también modificó el mapa político y hasta en Guatemala un comediante ganó después de una crisis política derivada de la corrupción comprobada del gobierno guatemalteco de Otto Pérez.
Dos preguntas son centrales; ¿qué factores explican estos fenómenos políticos en el mundo? ¿Por qué las encuestas no midieron este revolcón electoral? En lo que sigue nos concentraremos en la primera pregunta. Las explicaciones hasta el momento argumentan cuatro cosas.
Por un lado, una situación de crítica al establecimiento tradicional de los diferentes regímenes políticos. Es decir, los mismos con las mismas gobernando. Los viejos partidos políticos que no se renuevan y los viejos caciques políticos que no sueltan el poder. Por ejemplo, en Estados Unidos, los Clinton han estado por más de 20 años en la escena política de primer nivel. Y la ciudadanía se cansó de esto.
La segunda explicación apunta a un cambio sustancial en las preferencias políticas y sobre todo en la forma como se jerarquizan estas preferencias por parte de la población. Así por ejemplo, en gran parte de Europa el tema ambientalista ha motivado el surgimiento de nuevas plataformas políticas, así como agendas de discusión pública. Esto, además, implica un debate generacional sobre las prioridades para la sociedad. Mientras que los viejos partidos y viejos liderazgos políticos se enfocan en grandes debates constitucionales, los nuevos liderazgos explotan pequeños temas y temas específicos para movilizar toda una agenda política. Los asuntos de migración y ambientales son el mejor ejemplo.
La tercera explicación plantea un desgaste del modelo político democrático. Lo que se encuentra es una desilusión con la democracia representativa. Esto desmotiva el voto, al igual que la competencia política, por ende lo que termina pasando es que en muchos países se impone el gobierno de minorías. Situación en la cual solo una pequeña parte de la sociedad termina decidiendo, ya sea porque votan o porque financian campañas políticas.
La cuarta explicación, sin embargo parece ser la más acertada. La gran explicación se encuentra en el modelo económico que ha traído la globalización. La Globalización, en sentido estricto, significa la dislocación entre tiempo y espacio. El mejor ejemplo de esto son los avances en la comunicación. Dos personas, vía Skype, una en Colombia y la otra en Australia, pueden mantener una comunicación visual estando a miles de kilómetros de distancia y en horarios diferentes.
El mundo de la producción de bienes y servicio se ha modificado con la globalización. Por ejemplo, un ciudadano estadounidense puede pedir una Hamburguesa en California a domicilio, pero le contestan desde India donde se ubica el Call Center. Dicho Call Center puede emplear 100 personas y lo hace en India y no en USA. Igual pasa con servicios bancarios. La producción de vehículos es aún más descentralizada; las piezas se producen en uno o dos países, se ensamblan en otro y se ponen a rodar en otro. La producción textil, con las figuras de las maquilas también sirve de ejemplo.
El modelo económico exige abaratar costos y esto significa acabar con el trabajo bien pago y de calidad. Los que sufren con esto es la clase media y los más pobres que ni siquiera pueden acceder al trabajo de baja cualificación. Detroit era el centro de producción automotor en los Estados Unidos, con el proceso de desindustrialización hoy día es una ciudad fantasma, con los peores índices de pobreza y con los niveles más altos de desempleo. En la época de la prosperidad, existían los trabajadores de cuello rojo, es decir, trabajadores blancos no cualificados que eran empleados por la industria pesada: hoy todos están desempleados.
A toda esta zona de la industria pesada gringa, hoy en decadencia, se le conoce como el cinturón del óxido; la componen fábricas abandonadas y maquinaria oxidada. Esta clase trabajadora que no encontró espacio en la globalización votó a favor de Trump. Igual paso la clase media trabajadora inglesa, que se encuentra en decadencia, y quienes votaron por la salida de la Unión Europea. Todo lo anterior se resume en que las generaciones actuales y los padres que las generaciones del hoy, no ven que la expectativa de la calidad de vida de sus hijos supere a la de los padres. Es decir la calidad de vida puede retroceder. Un fenómeno que no se vivía desde las grandes guerras y que obviamente traerá una modificación del mapa electoral. Todo parece indicar que comienza una nueva era.