Orden Público

Poder y política

Un gobierno de transición

Lo que se debe buscar es un gobierno que garantice la implementación de los acuerdos y que de una apertura democrática al sistema político colombiano.

Un gobierno de transición

Un gobierno de transición(Colprensa/ Archivo)

La semana pasada, nuevamente estalló un debate después de que el jefe de las FARC, Rodrigo Londoño, habló sobre la necesidad de crear un gobierno de transición para Colombia. Lo que quiso decir el jefe de las FARC es que, posiblemente ellos no irán con candidato único para las presidenciales del año 2018, además que para dichas elecciones lo que se debe buscar es un gobierno que garantice la implementación de los acuerdos y sobre todo, que de una apertura democrática al sistema político colombiano.

Más allá si esta es una decisión o no final de las FARC, lo cierto es que la idea de un gobierno de transición es importante y es bastante acertada. Tal como lo escribí hace un par de semanas, luego de un estudio sobre comportamiento electoral, se logró determinar que el voto del No en el plebiscito del 2 de octubre, es un voto bastante homogéneo. Esto es, fácilmente un candidato uribista puede hacerse con esos votos. Así las cosas, el uribismo tendría cerca de 7 millones de votos en primera vuelta, lo que lo pone de inmediato en segunda vuelta.

El resto de candidatos deben disputarse el segundo cupo para entrar a segunda vuelta. El asunto con esta disputa electoral, es que el uribismo demostró, al menos, dos cosas en el proceso de renegociación con los del Sí luego de los resultados del 2 de octubre.

Lo primero, es que la mayoría de la renegociación se concentró en el tema de tierras; como el hecho de lograr impunidad para el empresariado rural, o el hecho de la evasión de impuestos, pues lograron que el castrato rural no se ligara directamente al impuesto predial, o el hecho de que las ONG no pueden hacer el papel de fiscales en los procesos de la justicia transicional. Todas estas acciones lo que buscan es que el despojo de tierras de más de 7 millones de hectáreas que se les arrebataron a campesinos pobres y desamparados quede en la total impunidad, y, lo que esto a su vez significa es que de ganar el uribismo en el 2018, no se restituirá una solo hectárea de tierra y no se sabrá la verdad sobre estos crímenes.

Lo segundo que dejo claro el uribismo en la renegociación es que a ellos no les interesaba la paz, sino prolongar el limbo jurídico y político para llevar una situación de incertidumbre al 2018. Ya que dicho escenario, desde el análisis de varios uribista, les favorecería para ganar la presidencia.

El resto de candidatos a la derecha, entre ellos Marta Lucia Ramírez y Ordoñez tiene sus candidaturas prácticamente muertas. Para el caso de Vargas Lleras, su espectro de votos a la derecha, cerca de 3 millones, ya tiene dueño y solo le quedan 3 o 4 millones propios.

De ahí hacia el centro y la izquierda se encuentra una gran multiplicidad de candidatos, entre ellos, Humberto de La Calle, Sergio Fajardo, Robledo y Petro. Los dos primeros cada uno con cerca de 3 millones de votos. Tanto de La Calle como Fajardo se han mostrado proclives al proceso de restitución de tierras, a la inversión en vías y electrificación rural en las zonas más afectadas por el conflicto y en general a cumplir con lo firmado en el marco del proceso de paz.

Para lograra entrar a segunda vuelta, y formar un coalición de avanzada, se requiere que se unan Humberto de La Calle y Fajardo, que sería una formula con bastante posibilidades, o que Vargas Lleras pacte con uno de los dos mencionados anteriormente. Obviamente para los sectores de centro y centro izquierda llama la atención más la primera fórmula, en todo caso no se puede descartar cualquier combinación.

Solamente una fórmula de este tipo podría derrotar los sectores retardatarios del país y avanzar hacia la construcción de un país moderno, progresista y laico. La pregunta central es si estos candidatos pueden dejar sus egos de lado y avanzar hacia esta alianza. Amanecerá y veremos. El escenario aquí planteado es al día de hoy, en política todo puede cambiar y en Colombia todo es susceptible de empeorar.

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