Orden Público

“Parecíamos pelotas de baloncesto evitando que el bus nos aplastara”

Abraham Medina narró en Caracol Radio como sobrevivió a un accidente que dejó ocho muertos y 38 heridos en la vía Florencia- Suaza.

“Parecíamos pelotas de baloncesto evitando que el bus nos aplastara”

“Parecíamos pelotas de baloncesto evitando que el bus nos aplastara”(Foto: Juan Pablo Sánchez)

Florencia

Escuchaba música. Iba entretenido analizando la letra de una de sus canciones, cuando percibió en la parte trasera del bus de Coomotor un ruido fuerte, un “chirrido”- como él describe-, que en cuestión de segundos lo sorprendió.

El carro- ocho meses de comprado- que movilizaba más de 40 pasajeros iba bajando la cordillera, dio una curva perfecta hacia la derecha sobre la vía Florencia- Suaza, pero cuando retornó a su izquierda, se deslizó hacia un abismo y rodó por más de 200 metros.

Llovía a cántaros,  los pasajeros gritaban y saltaban dentro del carro, “parecíamos pelotas de baloncesto evitando que el bus nos aplastara porque el vehículo Navette rodó de lado, no de frente. Algunos de los viajeros (que salieron desde Florencia y pretendían llegar hasta Neiva), se salían por las ventanas y a algunos los aplastó el bus”, relata Abraham Medina Pérez, presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) a Caracol Radio.

Él salió por una de las ventanas. Y hoy- horas después de la tragedia- no entiende cómo al evacuar en medio del vacío, no terminó aplastado por las latas, como ocurrió con algunas de las víctimas mortales.

“Salí disparado por la ventanilla y caí sentado en una alcantarilla”. El frío en medio del abismo era impresionante, describe Medina.

Él permanecía sentado, estático, herido, sin poder gritar y con ganas de saber de Amilvia, su esposa, a quien el bus no la sacó, sino que la llevó con él hasta el final del abismo. Abraham intentó sacar su teléfono celular de su camisa con su mano derecha, pero no lo logró. No la sentía. Estaba fracturado. En la oscuridad, donde solo observaba algunas luces de algunos teléfonos celulares, donde los niños gritaban, las mujeres llamaban desesperadas a sus esposos y donde a algunos de los muertos se les veía desfigurados, Abraham escuchó el sonido de las ambulancias.

Con machetes, los campesinos de la zona empezaron a abrir trochas para poder rescatar a los pasajeros.

“Me ubicaron, pero les dije que me dejaran quieto, que se ocuparan primero de otras víctimas que estaban más abajo y que estaban pidiendo ayuda”, relata el maestro.

Minutos después, observó cuando rescataban con vida a su esposa. Y él hora y media después de la tragedia, lo evacuaron del abismo. “A mi lado había una mujer a la que solo se le veían las rodillas porque había quedado tapada… los rescatistas pensaron que tenía vida, intentaron sacarla, pero ya estaba muerta. A mí me subieron con cuerdas los bomberos. Algunos me daban la mano, otros me empujaban por detrás y unos más le tiraban con la manila. Abraham Medina Pérez sufrió fractura en su brazo derecho y lo atienden en el Hospital Departamental de Garzón.

Su esposa, padece un trauma craneoencefálico y recibe atención médica en el Hospital de Pitalito.

Los otros 36 heridos registran fracturas, contusiones, traumas craneoencefálicos, entre otros problemas de salud. Los muertos, entre ellos, dos monjas que prestaban labor social en Morelia, Caquetá, serán trasladadas a sus ciudades de origen.

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