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Once años del ‘Milagro de Estambul’

El 25 de mayo de 2005 Liverpool remontó una final que perdía 3-0 ante el Milan y conquistó su quinta Liga de Campeones.

El 25 de mayo de 2005 Liverpool y Milan se dieron cita en el Estadio Olímpico Atatürk, situado en Estambul, Turquía, para definir el campeón de la Liga de Campeones de la edición 2004/2005. Las finales siempre son especiales; sin embargo, esta contaría una historia utópica, una que vale la pena recordar y conmemorar a través de los años.

Milan, dirigido por Carlo Ancelotti y comandado por una generación inolvidable de futbolistas europeos y latinos, formó de la siguiente manera: Dida (Brasil); Cafú (Brasil), Jaap Stam (Holanda), Paolo Maldini (Italia), Alessandro Nesta (Italia); Andrea Pirlo (Italia), Gennaro Gattuso (Italia), Clarense Seedorf (Holanda), Kaká (Brasil); Andriy Shevchenko (Ucrania) y Hernán Crespo (Argentina).

Al frente, el español ‘Rafa’ Benítez, contaba con un once integrado apenas por dos jugadores ingleses y ningún sudamericano: Jerzy Dudek (Polonia); Steve Finnan (Irlanda), Jamie Carragher (Inglaterra), Sami Hyypiä (Finlandia ), Djimi Traoré (Malí); Xabi Alonso (España), Luis García (España), Steven Gerrard (Inglaterra), John Arne Riise (Noruega); Harry Kewell (Australia) y Milan Baros (República Checa).

Fue cuestión de segundos para que el cuadro italiano se fuera arriba en el marcador, el capitán Paolo Maldini cambió por gol un cobro de tiro libre levantado por Pirlo desde el sector derecho.

Los de Ancelotti pegaron en momentos claves, antes de concluir la primera etapa apareció la pierna derecha de Hernán Crespo en dos oportunidades: al minuto 39 para empujar un pase de Shevchenko al borde del área chica con el arco a su disposición y al minuto 44 para concluir con categoría un pase de Kaká desde medio campo, definiendo por encima del portero polaco Dudek.

La serie parecía liquidada al terminar el primer tiempo…

Sin embargo, en el primer cuarto de juego del complemento se presentarían seis de los minutos más surrealistas en la historia del fútbol.

A los 54 minutos, a través de una de las insignias del cuadro inglés, llegaría el descuento, Gerrard de cabeza pondría el parcial 3-1 en el marcador.

La afición no acaba de asimilar este nuevo sorbo de esperanza cuando a los 56 minutos vino el disparo del checo Vladimír Smicer, ingresado al campo sobre la marcha del primer tiempo por Kewell, que entró a puerta por el palo de la mano derecha de Dida. 3-2 en el marcador.

Había tiempo de sobra para conseguir la igualdad, pero Liverpool aprovechó su momento de euforia para hacerlo, luego de que a los 60 minutos Gattuso tomará a Gerard en el área, contacto suficiente para desestabilizarlo y para que el árbitro español Manuel Mejuto González sancionara la pena máxima.

Con suspenso Xabi Alonso igualaría el juego, Dida atajó el cobro, pero en el rebote el mismo ejecutor mandaría la pelota al fondo: 3-3 el compromiso.

La hazaña vino acompañada del popular You’ll Never Walk Alone, canto característico y siempre emotivo de los hinchas ‘reds’; sin embargo, los goles se estancarían ahí y entonces empezaría el show de Dudek.

Con un juego encaminado a la definición desde el punto penal, llegaría el minuto 117, el cual entregaría otra postal para el recuerdo de aquel inolvidable encuentro.

Shevchenko conecta de cabeza un centro, Dudek hace una intervención defectuosa y deja un rebote servido para que el mismo delantero ucraniano liquide el juego; acto seguido Shevchenko remata con el arco a su merced y el polaco ataja milagrosamente con su mano derecha un disparo a ‘quemarropa’.

Los tiros desde el punto penal le darían el desenlace perfecto a una historia irrepetible.

Liverpool ganó la serie 3-2 con goles de Hamann, Cisse y Smicer, y los desaciertos de Serginho, Pirlo y Shekchenko, estos dos últimos vencidos por un Jerzy Dudek heroico, que once años más tarde se conserva en los recuerdos de los fanáticos del Liverpool y del fútbol en general.

Aquel juego significó el quinto y más reciente título del cuadro inglés de la Liga de Campeones y se ganó el apelativo del ‘Milagro de Estambul’, sin duda la final más emotiva y apasionante del máximo torneo continental europeo en los últimos años.

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