Justicia

La escuela que invadió el paramilitarismo

Caracol Radio investigó la historia de Lucila Inés Gutiérrez, ex rectora del colegio Nuestra Señora del Rosario de Santander, quien pasó de las aulas de clase a una cárcel.

La escuela que invadió el paramilitarismo

La escuela que invadió el paramilitarismo(Colprensa/Archivo)

Hasta finales de 2013, Lucila Inés Gutiérrez, era la rectora del colegio Nuestra Señora del Rosario, en Charalá, Santander. No obstante, debió salir del cargo por retiro forzoso: cumplió los 65 años.

Sin embargo, la docente fue noticia el fin de semana. Después de abandonar el municipio de Charalá y desaparecer del mapa, reapareció en los medios: fue capturada por la Policía por poner a disposición del colegio a los paramilitares entre 2001 y 2003. Alías Mateús, un paramilitar recluido en una cárcel colombiana la desenmascaró en una de sus declaraciones de Justicia y Paz.

“Se hizo Justicia”, repetían en voz baja en la localidad. Hasta ahora, parecía que la exrectora Gutiérrez, la misma que convocaba a reinados infantiles, ponía a desfilar a sus estudiantes, invitaba a los paramilitares y al parecer les pedía que se quedaran con las alumnas de su mayor gusto, era intocable.

Caracol Radio encontró que 12 estudiantes de la época, hoy mayores de edad, rompieron su silencio y declararon en la Fiscalía los excesos de la ex rectora Gutiérrez. Y solo uno de 14 hombres habló y contó cómo acabaron su vida en manos de alias Chirrinchi, un paramilitar homosexual, que está muerto, que se enamoró de él y lo abusó sexualmente en repetidas oportunidades. Lucila Inés- investiga la Fiscalía, lo habría ofrecido en bandeja de plata.

“Él dice en su declaración que le dañaron su vida, que él creyó en la rectora. Había un paramilitar homosexual y él como practica de entrenamiento utilizaba la violencia sexual con hombres”, denunció en Caracol Ángela Cerón Lasprilla, directora de la Alianza Iniciativas de Mujeres por la Paz, quien sigue de cerca la investigación. A algunos de los niños, los embriagaban y después abusaban de ellos, contó una fuente de la Fiscalía, quien pidió reserva de su identidad.

Los jefes

En la época de los hechos, en Santander operaba el Bloque Cacique Guanentá, una organización paraca heredada del reconocido paramilitar Ernesto Báez, de las desaparecidas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). El comandante del frente Comuneros, Carlos Alberto Almeida Penagos, alias Víctor, y otros jefes de la zona, eran algunos de los protagonistas de los abusos sexuales.

Y ellos, según Cerón Lasprilla, tenían relación con Lucila Inés Gutiérrez, la rectora, una mujer que impartía poder en la comunidad educativa, una docente que en la humilde comunidad le creían y era ejemplo a seguir.

“Las víctimas eran muy pequeñas y ella era la rectora, tenía poder. El maestro en una localidad tiene importancia. Una de las niñas afectadas relató que Lucia Inés era la que le había enseñado a escribir y por eso creía en ella”, dijo Cerón a Caracol.

Cómo operaba

Organizaban reinados de belleza. Y la ex rectora convocaba a las niñas de su plantel educativo para que desfilaran. “Según los paramilitares los reinados los hacían para disfrutar con la comunidad, para estar todos reunidos y detrás de esto seleccionaban a las niñas que a los ‘paracos’ les parecían más bonitas y se las llevaban”. Las abusaban sexualmente y en algunas ocasiones las regresaron a sus casas. En otros casos, las esclavizaban sexualmente y hasta las hacían convertir obligatoriamente en sus esposas.

La mano delatora

Lucila Inés Gutiérrez también carga entre pecho y espalda el ocultamiento de un crimen, cuyo protagonista es un campesino asesinado por los paramilitares en una fiesta en Charalá, Santander, y cuya participación también le atribuyen a su esposo y exconcejal Luis Moreno, hoy también capturado.

“Aparentemente el señor Luis Moreno dio la orden de asesinar a este hombre en una fiesta del Día del Campesino y como no había un lugar donde sepultarlo para no despertar sospecha, lo enterraron en el colegio Nuestra Señora del Rosario”, relató Cerón.

Pero dos días después, cuando los niños de la institución educativa jugaban en el patio de la escuela, divisaron una mano que brotaba de la tierra. Había llovido y el agua se había encargado de desenterrar el secreto. Los estudiantes gritaban alertados por lo ocurrido y la rectora Lucila Andrés Gutiérrez solo les pedía silencio. “Ella llamó a los paramilitares y ellos fueron y desenterraron el cadáver”.

Caracol Radio conoció que el 4 de mayo, en un juzgado de Bucaramanga, se adelantará audiencia pública en contra de Luis Moreno.

Otros hechos

Según investigaciones adelantadas por la Fiscalía General de la Nación, algunos de los estudiantes, cuando finalizaban sus clases patrullaban el corregimiento de Riachuelos, Santander, apoyando la guardia de los paramilitares.

Al menos, según pronósticos de la Fiscalía, fueron reclutados 214 menores de edad en Santander, algunos de ellos provenientes de dicho plantel educativo. En la época nadie denunciaba. No había dinero para cambiar los niños de colegio. Tampoco para esfumarse del pueblo. Menos había ganas de poner en la picota pública a los paramilitares.

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