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Eln: malos hábitos

Este grupo guerrillero, que se inspiró en las convicciones cristianas de Camilo Torres, se resiste a entender el momento que vive el país y chantajea a la sociedad. ¿Por qué?

Eln: malos hábitos

Eln: malos hábitos(Colprensa/ Archivo)

Esta semana se cumplen 50 años de la muerte de Camilo Torres, el cura guerrillero, y dos años largos del anuncio de la fase exploratoria de conversaciones entre el gobierno Santos y el Eln que, además, llevan casi tres años de contactos sin resultados fructíferos de negociación. El máximo avance parecería ser el anuncio de junio de 2014 cuando, en un comunicado conjunto, las partes revelaron que dos temas de la agenda serían víctimas y participación de la sociedad. Parece estar repitiéndose una historia de intentos fallidos de diálogos que vienen desde 1992.

En este momento el Eln, una guerrilla que echó raíces en los claustros universitarios y que tuvo como referentes a religiosos comprometidos con la igualdad promovida desde los púlpitos por sacerdotes que proponían una misión más social, más comprometida con los postulados cristianos de la Iglesia, como lo fue Camilo Torres, adelanta un paro armado, mientras el presidente Juan Manuel Santos les notifica que los está dejando el tren de la paz y le mete presión a las acciones militares.

Mientras el proceso con las Farc está en uno de sus momentos cruciales y avanza hacia la firma de los acuerdos finales, con el Eln se vive un momento crítico desde noviembre, en medio de acusaciones mutuas de incumplimientos. Ese momento ocurre en la antesala de las elecciones legislativas en Venezuela y parecería confirmar la versión según la cual la guerrilla dirigida por Nicolás Rodríguez, “Gabino”, pero fracturada en su cúpula –el Coce—por las posturas radicales del comandante del Frente Domingo Laín, Carlos Marín Guarín, “Pablito”, habría puesto como condición tener un gesto hacia el gobierno de Nicolás Maduro y anunciar a ese país como sede de las conversaciones. De ser verdad, esto confirmaría una vez más que se trata de una organización carente de sentido político, el mismo que dejan ver con su petición de un cese bilateral del fuego mientras anuncia el paro armado de esta semana.

No tener al Eln sentado negociando en este momento es tan preocupante como no lograr un consenso dentro del establecimiento político sobre si los acuerdos con las Farc deben refrendarse por plebiscito o perfeccionarse por una constituyente. Como lo recordaba Álvaro Sierra en El Tiempo (“La paz sin los 'elenos'”) la ausencia de esa negociación “complica extraordinariamente la implementación de un cese bilateral de hostilidades con las Farc en algunas regiones” como Catatumbo, Chocó y Nariño, donde la desmovilización de los unos se cruzaría con la persecución a los otros y dificultaría el paso hacia la política puesto que la abriría espacio a grupos disidentes farianos que pueden buscar refugio en una guerrilla que tiene presencia en territorios comunes y en actividades comunes como el narcotráfico o la minería ilegal.

¿La gran pregunta es por qué la negociación con el Eln no se concreta y, por el contrario, se ha tomado más tiempo que la fase previa que se tuvo con las Farc? Un elemento que puede haber pesado es que, a diferencia de las Farc, donde hay una unidad de mando sólida que acata la orientación de Timchenko, en el Eln, un solo frente, el Domingo Laín, es media guerrilla y lo que diga “Pablito” pesa frente a lo que piense o decida “Gabino”. Lo segundo es que hay dudas de la autoridad que ejerce el Coce, que según dicen algunos guerrilleros no da órdenes sino orientaciones, como se lo comentó uno de ellos a Walter Broderick, uno de los que más ha estudiado de cerca a esa organización y quien, por lo demás, sostiene que si bien ya renunciaron a la toma del poder, lo fundamental para ese grupo sería mantener su fe en la revolución.

Consecuencia de lo anterior, su ceguera política, les estaría impidiendo tener claro el momento que vive Colombia centrado en la importancia de buscar la paz, como parecen haberlo entendido las Farc. Por lo demás el Gobierno en este proceso con el Eln, a diferencia del de las Farc, al que le ha apostado todo, parece no haber tenido los contactos clave que tuvo para el despegue de la fase exploratoria con las Farc ni el liderazgo de los voceros a los que les encomendó esa misión ni tampoco ha contribuido el ambiente político en el vecindario.

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