Fútbol

La fiesta que no pudo vivir Andrés Escobar

El futbolista fue asesinado en Medellín hace 20 años, días después de haber metido un autogol en el Mundial.

La diferencia de Colombia respecto a sus vecinos, donde más distancia  puede estar marcando hoy, parecería ser el deporte. Por los resultados históricos de este Mundial de Fútbol donde hoy estamos por encima de rivales fuertes como Uruguay, Chile, Ecuador y México. Pero también por lo que acaban de lograr Nairo Quintana y Rigoberto Urán en el Giro de Italia o Santiago Giraldo y Alejandro Falla en tenis en Europa.   En 50 años de conflicto, quizá por primera vez, conocemos la felicidad colectiva prolongada. No de un día o de un fin de semana sino de varias semanas.  Al ver los rostros  de la gente en la calle, en los centros comerciales y en los clubes, el país no parece ser aquel mismo que dos semanas atrás estaba dividido entre un candidato que ofrecía la paz y otro que se inclinaba más por la guerra, y que se insultaba a punta de trinos

Hoy en el parque de la 93 en Bogotá los pobres y desplazados que bajan de los cerros orientales enfundados en sus camisetas amarrillas  se abrazan sin recelo con los jóvenes ejecutivos que abandonan sus elegantes oficinas para ver el partido en la misma tribuna del parque. Lo mismo les debe pasar a los del Parque Lleras de Medellín

Hasta este 2014 habíamos conocido la gloria en dosis mínimas con los triunfos mundiales de “Cochise” Rodríguez en Italia, la vuelta a España lograda por Lucho Herrera, las medallas olímpicas de María Isabel Urrutia, Catherine Ibarguen  o Mariana Pajón. Y nos habíamos sentido muy orgullosos del nobel de Literatura de García Márquez en 1982

  Esos “hemos hecho historia” de décadas pasadas y también de años recientes, a cuenta-gotas, no se pudieron saborear plenamente porque a una jugada magistral del Pibe se le atravesaba la muerte cobarde de Andrés Escobar, hace 20 años, o a un pedalazo sin precedentes de Lucho Herrera en España,  le seguía el atentado contra un candidato presidencial, y a la dicha de ser campeones en la Libertadores, el señalamiento de tener a unos equipos contralados por los capos de la droga.  James Rodríguez, Falcao, Jackson, Cuadrado, Ospina, Quintero, todos, gente joven y de origen humilde que prefirieron el balón a la nota sobresaliente en el colegio, hacen feliz a Colombia, son sus nuevos ídolos, la otra cara del país. Prefirieron el deporte a la droga; la dedicación a su trabajo en vez de buscar el enriquecimiento fácil como lo pretenden los corruptos en este país; el respeto por el rival en la cancha en un país donde se violan casi todas las normas.     Este de hoy no es el país ni la Selección que lo tocó vivir a Andrés Escobar, lamentablemente para él. El de 1994, el del Mundial de Fútbol de EE.UU., era un Estado casi fallido y unos equipos de fútbol no vigilados por la FIFA sino por la DEA. Hoy Colombia tiene una nueva ilusión, con jugadores caballerosos y decentes como Escobar-.   Ciertamente…. El otro país, el que nadie debe aceptar, es el que contrata obras, las paga por encima de lo pactado y las recibe en mal estado. La doble calzada Bogotá –Girardot, tomó hacerla el doble de lo acordado, tuvo un sobrecosto de más $1 billón 200 mil millones y vio pasar a tres gobiernos y a cuatro ministros de Transporte. La obra se entregó en abril, pero se encuentra en mal estado entre Fusagasugá y Bogotá, no resolvió el problema del trancón en los puentes y no se han resuelto los líos legales de sus contratistas.    

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