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El general amigo

Las conversaciones en las que habla el general Leonardo Barrero ocurrieron en los años 2012 y 2013.

El general amigo

Esta es una de las conversaciones que revela la Revista Semana. Varias llamadas comprometen al actual comandante de las Fuerzas Militares, general Leonardo Barrero. Las comunicaciones en las que el alto oficial conversa ocurrieron entre los años 2012 y 2013, cuando se desempeñaba como jefe del Comando Conjunto de Occidente, una de las unidades más importantes del Ejército

El alto oficial conversa con el coronel Róbinson González del Río, quien desde esa fecha y hasta la actualidad está detenido y sindicado por un caso de falsos positivos. Varias cosas llaman la atención de los audios. En primer lugar, el general sabe que está llamando y recibiendo llamadas desde el celular de un preso, que no debería tener ese tipo de aparatos en la cárcel. Es evidente que los dos oficiales son cercanos, a tal punto que el coronel González tiene dos de los números que usa el general, incluido su celular personal. En otros audios, incluso una mujer que trabaja en el propio Ejército acude al coronel preso para que le ayude a ubicar al general. Esa cercanía se nota también en que el general acepta y realiza los favores que el detenido coronel le solicita.

 
No menos polémico es que el general se refiera en términos despectivos y vulgares a los fiscales que investigan a sus subalternos por falsos positivos e incluso les sugiere que “se organicen como una mafia” para denunciar a los fiscales. Como si todo lo anterior fuera poco, en otras grabaciones el coronel González habla de la consecución de millonarios contratos del Ejército y menciona la supuesta anuencia de generales. Estos son algunos de los audios de las conversaciones con el general Barrero, quien en agosto del año pasado asumió como comandante de las Fuerzas Militares. 
 
En una llamada en noviembre de 2012, González vuelve a comunicarse con el general Barrero. Le cuenta que sigue detenido y que cree que pronto saldrá en libertad porque supuestamente un testigo denunció a un fiscal. El general se alegra por la noticia y le recomienda a su subalterno preso organizarse con sus compañeros “como una mafia” y denunciar a los fiscales. Tras esa sugerencia, González le pide al general ayudarlo con un traslado de un teniente, a lo cual accede. Al colgar, González envía por mensaje de texto al celular del general los datos del teniente
 
G. L. B.: Quiubo González.
 
R. G.Dd. R.: Mi general, buenas tardes, me le reporto sin novedad.
 
G. L. B.: ¿Usted dónde anda?
 
R. G. D. R.: Acá en el CRM todavía (centro de reclusión militar). Pero confiando en que ya nos llega la libertad apenas levanten el paro.
 
G. L. B.: Pero por qué, ¿por el proceso? ¿O por el paro?
 
R. G. D. R.: Porque el testigo que había colocado el fiscal a declarar en contra mía resultó denunciando al fiscal.
 
G. L. B.: ¿De verdad? Oiga lo felicito, hermano. ¿Y el man denunció al fiscal o qué?
 
R. G. D. R.: Sí, le abrieron una investigación penal y disciplinaria, mi general.
 
G. L. B.: Bueno. Ahí le toca pegarse a usted de todo hermano. Aprovechen y únase hijueputa. Eso tiene uno que ser inteligente. Yo no lo puedo hacer pero ustedes sí porque ustedes son los afectados. Entonces, pegársele por ejemplo a Sigifredo (López).
 
R. G. D. R.: Sí. Ya tomé contacto con él y ese señor me ha ayudado berracamente. 
 
G. L. B.: Ah bueno, hermano. Hagan una mafia para denunciar fiscales y toda esa güevonada...¿Y usted está dónde, en Bogotá o dónde?
 
R. G. D. R.: Sí mi general. A mí me dejaron acá en el casino, mi general, con mi general Rito Alejo, que él es familiar mío, entonces me dejaron ahí con él. Y a ver para dónde salgo. ¿Mi general sigue de comandante allá en el sur?
 
G. L. B.: Sí, yo estoy acá en el Comando Conjunto... Mire a ver y si se puede acomodar, pues se acomoda para este lado güevón. 
 
R. G. D. R.: Mi general, a molestarlo. Hay un teniente que está en el batallón de alta montaña, en el ocho. A ver si mi general me ayuda para hacer curso de paracaidismo y de fuerzas especiales.
 
G. L. B.: Listo hermano, no hay problema.
 
R. G. D. R.: Mi general, entonces yo le pongo un mensaje.
 
G. L. B.: Listo manito, no hay problema. 
En otra comunicación, realizada el 18 de enero de 2013, el coronel González llama nuevamente al general Barrero. Esta vez a su número personal, uno diferente a los de las otras llamadas. Le pide que lo reciba en la unidad que comanda, que para ese momento es el Comando Conjunto de Occidente. El general le responde que sí.
 
G. L. B.: Aló, quiubo mano.
 
R. G. D. R.: Mi general buenas tardes. Teniente coronel González del Río, me presento sin novedad.
 
G. L. B.: Quiubo mijo, ¿cómo anda, cómo va?
 
R. G. D. R.: Bien por acá, esperando que parece que nos van a resolver a favor.
 
G. L. B.: ¿Y dónde lo tienen?
 
R. G. D. R.: Acá en la PM 13 mi general. Llevándola con calma para ver a dónde pido mi general. A ver si cuento con el apoyo de mi general para arrancar para allá.
 
G. L. B.: Claro que sí. Pero primero termine su enredo ahí.
 
R. G. D. R.:Claro que sí mi general. Es para tener en cuenta eso.
 
G. L. B.: Listo mano. Chao. 
A las 10:29 de la mañana del 19 de noviembre de 2012, el general Fernando Pineda recibió una llamada del teniente coronel Róbinson González del Río. Este último se encontraba ya detenido en el centro de reclusión militar CRM del batallón de Policía Militar PM 13. El general sabe perfectamente que su subalterno está preso, sindicado de un falso positivo, al presentar dos campesinos como guerrilleros que murieron en combate. Al general no le sorprende que el preso lo esté llamando desde un celular. Por la conversación, es claro que los dos oficiales son cercanos y amigos, pues González llama al general para darle las gracias por un regalo que le ha enviado a su casa.
 
Róbinson González del Río: Mi general, buenas noches me le reporto sin novedad.
 
General Fernando Pineda: Quiubo hermano, ¿cómo le ha ido?, ¿cómo va su caso?
 
R. G. D. R.: Ahí llevándolo, mi general, esperando que se levante ese paro. Agradecido mi general por el detalle que llegó a la casa el día de hoy. Mi general, muchas gracias.
 
G. F. P.: No hermano, le pido excusas. Demorado pero es en nombre de todos los directores que se unieron para tener un detalle chiquitico, hermano.
 
R. G. D. R.: Mi general, yo le agradezco mucho, mi general. La verdad es que yo no lo llamo mucho, ni lo molesto mucho porque yo sé que usted anda muy ocupado por allá. Pero yo hablo mucho con Giraldo y le digo porque usted ha sido una persona muy especial conmigo, mi general. 
 
G. F. P.: Cómo se le ocurre, hermano. Lo más importante es que salga de allá, hermano. Eso es lo que necesitamos.
 
R. G. D. R.:Mi general de nuevo muchas gracias por el detalle y estoy acá a la orden, mi general. 
 
G. F. P.: Bueno llavería, una abrazo grande y cuídese mucho. 
Habla el general Leonardo Barrero, comandante de las Fuerzas Militares, sobre las grabaciones con el 
coronel González.
 
SEMANA: ¿Usted recuerda haber conversado con el coronel González del Río?
 
GENERAL LEONARDO BARRERO: Yo hablé con él hace mucho tiempo, tal vez cuando estuve en Cali porque él perteneció a las unidades de allá de la jurisdicción.
 
SEMANA: Cuando ocurren las llamadas, ¿usted sabía que el coronel estaba detenido en una cárcel militar?
 
G. L. B.: Cuando llamó, pues uno supone que está autorizado para llamar. En esa época yo estaba en el Comando de Occidente.
 
SEMANA: En teoría los detenidos no deben tener celular. ¿No le pareció inusual que lo llamara de uno?
 
G. L. B.: Yo a ese detalle no llego. Son subalternos que están detenidos. Yo no tenía conocimiento de cuáles son las normas carcelarias. Si podía llamar o no. Si en ese momento estaría en alguna diligencia donde le permitieran llamar. Ese detalle así puntual no lo podría explicar. 
 
SEMANA: ¿Por qué tenía el coronel su número privado entre otros?
 
G. L. B.: Tengo ese número hace tres o cuatro años. Ese número se lo daba a todos los soldados de la división, todo el mundo tiene mi teléfono. Mi teléfono es público y los subalternos me llaman. Pregúntele a cualquiera. Yo le contesto a todo el que me quiera llamar.
 
SEMANA: ¿Usted interfirió para que le asignaran contratos al coronel González?
 
G. L. B.: Si eso es así, entonces abusó de mi confianza. Detenido nunca se encontró conmigo personalmente. Si usó mi nombre, es un abusivo porque yo jamás, jamás le gestioné para ningún contrato. Abusó porque sabía que me conocía y había sido subalterno mío.   
 
SEMANA: Usted le dice en una parte de una conversación al coronel que “se organicen como una mafia y denuncien a los fiscales”. ¿Qué quiso decir?
 
G. L. B.: Si estoy diciéndole que denuncie a los fiscales, seguramente fue porque me hizo algún comentario de una injusticia o algún abuso. 

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