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La esperanza de Consuelo: que el hombre que le desfiguró la cara, la vea por TV

Consuelo Córdoba mantiene vivo, en el pensamiento y en su piel, lo ocurrido en junio de 2001, cuando en un arranque de celos el que era su marido le lanzó ácido sulfúrico.

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Por Rodrigo SilvaConsuelo Córdoba mantiene vivo, en el pensamiento y en su piel, lo ocurrido aquella noche del 24 de junio de 2001, cuando en un arranque de celos el que era su marido le lanzó ácido sulfúrico en la cara. Hoy, desfigurada y después de 38 cirugías, sufriendo humillaciones y discriminaciones, mantiene sus sueños: tener una casa, montar un salón de belleza y que su agresor la vea ´por televisión

Había llegado de Itsmina, Chocó, a buscar oportunidades de trabajo en Bogotá, y se había quedado en casa de una prima de su marido, Dagoberto Ensuncho. Su hija estaba recién nacida, y cuando se iba a acostar, el hombre le arrancó la piyama y quiso tomarla por la fuerza. "Le dije que yo no quería estar con él y menos con violencia. Me dijo que yo tenía mozo y que escoba nueva barre bien"

Cuenta que Dagoberto salió de la humilde vivienda y poco después llegó con el ácido y en dos oportunidades lo lanzó contra su humanidad. "En solo un par de segundos me cambió la vida", sostiene

Desde entonces, Consuelo ha soportado una vida difícil, llena de privaciones y de humillaciones. Llora al recordar que todavía tiene deudas de las primeras intervenciones quirúrgicas, que no ha tenido cómo pagar, pues vive de la caridad, de lo que le regalan en plazas de mercado como Corbastos y Paloquemao

En su relato a Caracol Radio, Consuelo llora recordando los vejámenes que ha sufrido en medio de muchas gentes indolentes: "me hacen el feo, que viene la negra indigente, que viene el monstruo. Que me humillan porque me cuelgo en el arriendo de una pieza por la que pago 170 mil pesos mensuales. Pero lo más triste, que los buses no me paran porque les produzco horror, ni los taxistas, cuando tengo para pagar un taxi... muchas veces demoro hasta dos horas en conseguir el transporte y son los policías los que a veces me ayudas, parando los carros para que me lleven, a pesar de tener para el pasaje", sostiene entre sollozos

Consuelo Córdoba, hoy de 51 años y a pesar de todas sus dificultades mantiene sueños que para muchos serían imposibles: el primero, tener una casita, donde pueda vivir sin ser humillada. El segundo, tener un salón de belleza. "Cuando yo tenía 18 años hice un curso de peluquería y me gustaría tener mi propio salón de belleza, ojalá especializándome en el Sena", dice con esperanza

De su agresor sostiene que no le guarda rencor a pesar del inmenso daño que le hizo. "En mi alma no cabe el rencor, ya lo perdoné, pero jamás volvería a vivir con él. Sé que solo pagó cuatro años de cárcel y no he vuelto a saber de él", afirma

Sin embargo, cuando se le pregunta si su exmarido la buscara y quisiera verla, responde con altivez: "Yo sí quiero que él me vea, pero después de que termine la última operación, y que me vea por televisión, para que vea que he recuperado mi belleza, que vuelvo a ser linda. Porque yo soy una mujer hermosa"

Las diversas operaciones que ha soportado Consuel han obligado a realizarle varios injertos de piel que le han afectado otras partes del cuerpo. Tantas, que tiene dificultades para caminar con la ayuda de un bastón

Y con su bastón sigue en las calles de Bogotá demandando caridad, para alimentarse, para pagar el arriendo y para conseguir dos fajas o vendas especiales que debe cambiar constantemente: una para la cara, que le cuesta 35 mil pesos en el sitio donde más barato consigue, y otra para el cuerpo, que vale 150 mil pesos en un sitio donde le hacen descuento. Las últimas fajas ha podido conseguirlas con aportes de uno de los grupos de la Sociedad de San Vicente de Paúl

Entre tanto sigue soñando con la casa, el salón de belleza y salir en televisión cuando termine su enésima operación para que su agresor vea que es bella

El consuelo de Consuelo.

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