Comienza segunda edición del festival de Argel, 40 años después de la primera

El II Festival Cultural Panafricano de Argel comienza hoy, 40 años después de la histórica primera edición tras la independencia del país, y reunirá hasta el próximo 20 de julio en la capital magrebí a centenares de músicos, cineastas, pintores, pensadores y escritores de 48 países africanos.  El presidente argelino, Abdelaziz Buteflika, inaugurará oficialmente el festival durante un concierto en la Cúpula Olímpica en el que participarán, entre otros, la cantante senegalesa, Youssou N''Dour, y la caboverdiana Cesaria Evora, además de los argelinos Amazigh Kateb y Ouarda El Djazairia junto a 350 bailarines africanos. Un desfile de los países participantes por la avenida colonial frente al mar de Argel dio el punto de partida al festival, con 53 carrozas que representaban a cada uno los estados miembros de la Unión Africana (UA). La UA encargó este año al Gobierno argelino que abordará la segunda edición del festival continental, que en 1969 -en plena efervescencia de los movimientos independentistas- convirtió a Argel en la meca cultural de una África que se liberaba poco a poco del poder colonial y mostraba al mundo su inmenso potencial artístico. En aquella época Argelia atraía además a revolucionarios y líderes de movimientos de liberación de todo el mundo, tras haber conseguido despojarse del dominio colonial francés en una larga y cruenta guerra de independencia. La primera edición del Panaf, como se le llamó desde entonces, congregó a artistas como Miriam Makeba, Nina Simone o Archie Shepp junto a líderes independentistas africanos como Amilcar Cabral o Agostinho Neto, que aún luchaban por la independencia en Guinea Bissau o Angola. Los tiempos han cambiado y Argel ya no es lo era, pero, según la ministra de Cultura argelina, Khalida Toumi, si la primera edición del Panaf se celebró bajo el signo de la liberación la segunda lo hará bajo el del "renacimiento africano". El Gobierno argelino se ha empleado a fondo en esta segunda edición, en la que ha invertido más de 55 millones de euros, y el programa del festival incluye más de 300 conciertos y espectáculos, festivales de cine y cómic, representaciones teatrales, ciclos de literatura, exposiciones, debates, coloquios y hasta desfiles de moda de jóvenes diseñadores africanos. A partir del 05 de julio será difícil elegir una actividad cultural en Argel, pero la música, el baile y el ritmo -el mayor tesoro artístico del continente- constituirán la principal atracción. Junto a Youssou N''Dour y Cesaria Evora se podrán ver dos semanas en la capital magrebí a algunas de las grandes estrellas de la música africana como el senegalés Ismael Lo, el maliense Salif Keita, el zaireño Ray Lema, el saxofonista camerunés Manu Dibango, el guineano Mori Kanté, el congoleño Rido Bayonne o el rey de la música rai oranesa Khaled. Además, el programa incluye un festival de la música árabe Diwan, otro de jazz, conciertos de músicas tradicionales y representaciones coreográficas africanas. Habrá espectáculos en grandes salas y auditorios pero también música y danza en la calle y en las plazas públicas. Durante el festival se reeditarán más de 200 libros de grandes autores del continente y se celebrarán noches de poesía y cuento africano, además de talleres de escritura, exposiciones de cómic, conferencias y espectáculos literarios para niños. La organización asegura que acudirán destacados nombres de la literatura africana, así como del cine continental, argelino y magrebí. Argel acogerá también durante el Panaf exposiciones sobre el patrimonio del continente, desde las técnicas de construcción de las casas de adobe hasta muestras sobre piezas arqueológicas, mitos, simbología, magia o la cultura y la historia del desierto del Sahara. En Zeralda, una localidad costera cercana a la capital se ha construido una "villa de los artistas" para acoger a buena parte de los 8.000 participantes que esperan los organizadores. El espíritu será otro que el de finales de los sesenta pero el amplio abanico de actividades promete convertir durante dos semanas a Argel, donde la vida cultural habitualmente es muy escasa, en una ciudad diferente.