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Científicos descubren la hormona que regula cuánto comemos y qué alimentos nos gustan

Un equipo de científicos británicos ha identificado los circuitos del cerebro que "deciden" cuánto comemos y cuánto nos gusta lo que ingerimos, lo que podría conducir a hallar un tratamiento contra la obesidad

Un equipo de científicos británicos ha identificado los circuitos del cerebro que "deciden" cuánto comemos y cuánto nos gusta lo que ingerimos, lo que podría conducir a hallar un tratamiento contra la obesidad.
Publicado hoy en la revista científica británica "Nature", un informe revela que una sola hormona, la PYY, es responsable de controlar la actividad cerebral que gobierna nuestro comportamiento en la mesa.
Dirigidos por Rachel L. Batterham, del departamento de Medicina del University College de Londres, los científicos utilizaron la hormona PYY, encargada de regular el apetito, para investigar qué áreas del cerebro están involucradas en el control de lo qué ingerimos.
Estudios anteriores en animales sugirieron que la PYY actuaba en las regiones homeostásicas del cerebro (hipotálamo y tallo encefálico), pero hasta ahora no se sabía cómo esta hormona regulaba la saciedad en los humanos.
A partir de resonancias magnéticas, el equipo descubrió que la PYY no tan sólo interfiere en las primitivas partes homeostásicas del cerebro, sino que actúa en las regiones cortico-límbicas, que determinan cuánto de gratificante y placentero es lo que ingerimos.
"Nos sorprendió descubrir que este gran cambio en la actividad cerebral en respuesta a la PYY se da en la corteza orbitofrontal del cerebro", afirma Batterham, a lo que añade que el análisis reveló también que cuanto más actividad hay en esta área, menos ganas se tienen de comer.
En el experimento participaron ocho personas de peso normal. Después de catorce horas sin comer, a la mitad se les suministró suero intravenoso con PYY durante cien minutos, mientras los demás recibieron placebo.
Treinta minutos más tarde, se les propuso que comieran todo lo que quisieran, con lo que descubrieron que todos los que recibieron PYY ingirieron un 25 por ciento menos calorías que el resto.
Según Batterham, el próximo paso será investigar si lo descubierto funciona igual en personas con sobrepeso o muy delgadas, para entender en su globalidad cómo funcionan las regiones del cerebro que regulan lo que comemos con el fin de desarrollar tratamientos más específicos para personas con problemas de obesidad.

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