Ciencia y medio ambiente

Invasión extraterrestre en el Museo de la Ciencia de Londres

Una visión de cómo podría ser la vida en otros planetas habitados por criaturas distintas de las que pueblan el nuestro será a partir de este sábado la nueva atracción del Museo de la Ciencia de Londres.

Una visión de cómo podría ser la vida en otros planetas habitados por criaturas distintas de las que pueblan el nuestro será a partir de este sábado la nueva atracción del Museo de la Ciencia de Londres.
Expertos en biología de la evolución, astronomía y biomecánica juntaron sus conocimientos para crear modelos de cómo podría haber evolucionado la vida en otros planetas.
Así crearon una abigarrada colección de plantas y animales que sólo podrían existir en otros mundos, sometidos a distintas condiciones ambientales, pero siempre con sus conocimientos sobre el desarrollo de la vida en la Tierra como punto de partida.
El biólogo de la evolución Simon Conway Morris explicó a la prensa que los modelos presentados en el museo londinense se aproximan a cómo se cree que podrían ser los alienígenas.
"Una vez que uno conoce las reglas (de la evolución), se puede empezar a explorar las alternativas posibles en cualquier planeta", señaló.
Los científicos se inventaron dos planetas, a los que llamaron Aurelia y Luna Azul.
En el primero se supone que no existen las estaciones y presenta dos caras muy distintas: en una reinan de forma permanente la oscuridad y el invierno más frío.
En la otra cara, por el contrario, predomina la luz, pero el calor reinante provoca fuertes tormentas y vientos huracanados.
El planeta "Luna Azul" se parece un poco más a la Tierra: su atmósfera está compuesta de un 30 por ciento de oxígeno frente al 21 por ciento de la atmósfera terrestre.
Al mismo tiempo, el dióxido de carbono es superior en treinta veces el del planeta Tierra, lo que da como resultado un intenso efecto invernadero y una atmósfera espesa y pegajosa.
Al recorrer ambos planetas, los visitantes se toparán, entre otras criaturas, con un depredador de cuatro o cinco metros de altura con la inteligencia de un mandril, un anfibio de noventa centímetros que nada como un cocodrilo o unos árboles que superan siete veces en altura a los más altos de la Tierra.
Otra de las criaturas que se exhiben es un herbívoro con alas de cinco metros de envergadura, un peso de 600 kilos, que utiliza el eco para guiarse en la oscuridad como los murciélagos, y que sólo puede volar en una atmósfera de la densidad de la Luna Azul.

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