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El Guavio: el progreso trajo desgracia

Trece años después de la inundación de la Central Hidroeléctrica, se empiezan a conocer los problemas que están padeciendo las comunidades ubicadas en su área de influencia

El Guavio: el progreso trajo desgracia

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Trece años después de la inundación de la Central Hidroeléctrica del Guavio, uno de los proyectos más costosos del país, se empiezan a conocer los problemas que están padeciendo las comunidades ubicadas en su área de influencia, el proyecto que nació para superar el fantasma del racionamiento, generando progreso en la zona terminó convirtiéndose en una verdadera pesadilla para muchas personas de los municipios de Gachalá, Gama, Junín, Ubalá y Gachetá, en Cundinamarca

A partir del relleno de la represa, empezaron los problemas para las comunidades, inexplicablemente los terrenos empezaron a ceder, los potreros se deslizaban, redes de alcantarillado se rompían y las viviendas se agrietaban

El secretario de planeación de Gachalá, Alejandro Suárez, dijo que hay grietas de más de un metro de diámetro que han generado muchos problemas, el terreno está cediendo a cada momento, no sabemos que va a pasar en unos años con el municipio, si esto sigue así

Alberto Dueñas habitante del barrio Caldas ha visto cómo sus propiedades y las de sus vecinos se han ido desmoronando, pero como no tienen a donde ir tienen que seguir viviendo, expuestos a cada momento y con miedo viviendo en sus casas

En el municipio de Gama también hay viviendas afectadas de acuerdo con lo que dijo el alcalde, Ernesto Avelino Ruíz, “podrían superar las 300, claro algunas están peor que otras, pero en general podríamos hablar de unas 300 edificaciones afectadas”, aseguró el alcalde

Hasta la casa de Dios está en peligro, el padre Camilo Torres dijo que por lo menos tres iglesias han resultado averiadas, el terreno cede y cada 6 meses hay que estar reparando las puertas, pues no cierran, además de las grietas que son constantes

Desde 1996 cuando terminó el llenado de la represa, nadie les ha dado razón a las comunidades afectadas, nadie les responde, ni Emgesa ni la empresa de energía de Bogotá, dueña del proyecto.

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