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El ayer no es el futuro

Columna de opinión de Rafael Vergara Navarro

El ayer no es el futuro

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05:29

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Cartagena de Indias

Iván Duque que de ganar tendría mayorías en el Congreso, el 4 de Junio afirmó a El Tiempo luego de ganar la primera vuelta que en su gobierno no haría “trizas el Acuerdo con las FARC, pero que por el bien del país y pensando en unir a Colombia (?), haría modificaciones y ajustes que permitan tener una paz creíble, sostenible, cimentada en la justicia, porque de nada sirve una paz que no deje sustentados sus pilares fundamentales”.

Afín con las tesis del No en el plebiscito, reafirmó su desacuerdo y el de su partido con que los jefes de las FARC lleguen al congreso y afirmó que “de ser condenados por delitos de lesa humanidad, deben dejar la curul y nombrar a quienes los sustituyan”. Apuntándole a la división ofreció garantías a las bases guerrilleras y “toda la generosidad en la transición para la reconciliación”.

La fuerza que (co)lidera no termina de aceptar que los jefes de la Farc hagan política y continúan poniendo en duda la “proporcionalidad entre la sanción y los crímenes graves cometidos” que se ventilen en la Justicia Especial para la Paz.

La discutida Justicia Transicional instituida para valorar a las víctimas y cerrar el conflicto, como en el ayer, insisten que fue instituida no para saber la verdad y reparar a las víctimas sino para favorecer a los guerrilleros, olvidando los 2.500 militares que también delinquieron y se someterán a ella.

Ante la declaración Humberto de la Calle reaccionó y alertó sobre el enorme riesgo de destruir lo logrado en la búsqueda de la paz y recordó nuevamente que la “matriz esencial del Acuerdo es la existencia del conflicto interno, razón por la cual se buscó una solución negociada y no una rendición por la vía de las armas.

Criminalizando la política, el uribismo no pasa la página en su obsesión de retaliación, de infringir una derrota humillante, lo que militarmente el extendido gobierno de Uribe no logró.

Luego del desarme de una insurgencia que cumplió y la institucionalización de lo pactado, modificar el Acuerdo es “faltar a la palabra empeñada, lo que es un gran incentivo para que la base de esa organización regrese a las armas”, o ingrese a otros grupos.

De acuerdo con De la Calle, negociador del acuerdo, lo dicho por Duque eliminaría de plano la participación política de las Farc, y vuelve a potenciar en la sociedad la venganza, el instinto retributivo de la pena negando los beneficios de la justicia restaurativa, aplicable a voluntarios terceros financiadores, a militares y guerrilleros.

Hacer lo que plantea Duque-Uribe frustra la negociación con el ELN y da continuidad a la guerra interna.

Petro opina que hay que respetar el Acuerdo e implementarlo, incluso ir más allá, lograr una paz de la sociedad, de reformas sociales, de un gobierno pluralista que permita dejar atrás el ayer, la violencia de dos siglos que insisten en no dejar apagar.

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