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Emergencia Hidroituango

El bajo Cauca en crisis por emergencia de Hidroituango

Cerca de 120.000 personas están en alerta en el bajo Cauca de Antioquia, y se suman a las alertas en Córdoba, Sucre y Bolívar.

El bajo Cauca en crisis por emergencia de Hidroituango

El bajo Cauca en crisis por emergencia de Hidroituango / Caracol Radio

Antioquia

Doña Gloria Echavarría salió de su casa con poco vestuario y pertenencias y un dolor encima: tener que ir a vivir en un albergue provisional, dejar sus animales domésticos en casa, pensar todo el tiempo en ellos, en sus mascotas. Clama para que se los protejan se los rescaten y reunirse con ellos cuanto antes.

Doña Gloria Echavarría reside en la vereda El 15, de Puerto Valdivia. En su casa rural se dedica a criar gallinas y cinco cerdos, a escasos tres metros del río Cauca. Ella, junto a sus dos hijas, tres nietos y dos yernos, dejó su hogar, con la poca ropa que pudo agarrar. Sólo pensaba que podía ser la última vez que vería su casa.

Don Wílber Múnera cree que no se merecen esta zozobra, esta incertidumbre por la falta de información. Admite que hay riesgos, pero considera injusto que ocurra esto a su familia y sus comunidades para quienes el río ha sido siempre como un vecino más, un amigo, y hasta el sustento permanente.

Así, como estos dos vecinos de Puerto Valdivia, son más de mil personas que comparten hoy en el coliseo de Valdivia luego de dejar sus propiedades por la amenaza de una eventual creciente que podría llevarse sus casas, sus pertenencias, sus sueños… o sus vidas.

“Solo tengo esta maleta, no tengo nada más, aquí está toda mi familia, en la primera creciente el agua se me metió a la casa y me dañó casi todo, no sabemos para dónde coger o que hacer. Esto es algo desesperante, no se lo deseo ni al peor de mis enemigos”, confiesa doña Gloria, en diálogo con Caracol Radio, sentada dentro de una carpa, donde se guarece de la llovizna, y donde mismo debe dormir con el resto de su familia. 

Crisis social y económica

Una delicada crisis social y económica viven los habitantes de los principales municipios del bajo Cauca: Valdivia, Tarazá, Cáceres, Caucasia y Nechí, debido a la emergencia en el proyecto Hidroituango. Los problemas se iniciaron con la falla geológica que causó un represamiento del embalse y una amenaza de avalancha de las obras de esta central hidroeléctrica y la consiguiente alerta que llevó a que 25 mil personas evacuen sus viviendas. Estas comunidades, principalmente las del corregimiento Puerto Valdivia, del municipio de Valdivia, están sobreviviendo de la asistencia del Gobierno Nacional, la Gobernación de Antioquia, y, por supuesto de la Fundación social EPM (ejecutora del proyecto).

Otras 80 mil personas están en alerta: esperan que les den la orden de salir de sus propiedades y buscar zonas seguras, en las pocas zonas altas o medio empinadas donde pueda refugiarse. Viven con la zozobra a cuestas, con los pocos recursos y las pocas pertenencias para una existencia en medio de la incertidumbre.

En cualquier momento deben salir, cargando con sus adultos mayores, niños y lo poco que puedan coger, para salvaguardar sus vidas.

El cierre de la vía Medellín – Costa Atlántica, entre Yarumal y Caucasia disminuyó los ingresos, de negocios en 150 kilómetros, en un 95%. Ello lleva a que miles de personas que derivan el sustento de hoteles, restaurantes, comercio, transporte y otros servicios, estén viviendo una auténtica crisis económica, lo cual se agrava por el hecho de no estar en zona de alerta, pues no reciben ayudas del gobierno nacional.

El Hotel Monteverde, queda a las afueras de Tarazá, durante la noche es administrado por Alfonso Mosquera, quien pide al grupo EPM que les dé una indemnización porque sus ingresos se han reducido en un 95%.

“Es que, si ellos estaban haciendo eso para vender energía, que nos indemnicen, porque así nos quebramos todos y nos sabemos cuándo van a abrir la vía. Estamos aquí por obligación, pero nadie aguanta así”, confesó el señor Mosquera.

 Valdivia

Unas 6 mil personas permanecen y comparten el los 14 albergues y unos 50 albergues de familiares y están siendo atendidos por el Gobierno Nacional. Aunque ya les entregaron carpas, colchonetas, frazadas, ropa, kit de aseo y alimentación, aún pernoctan de a cinco o seis personas en las áreas de campin; la comida llega a destiempo y tienen que convivir en grandes coliseos con otros mil paisanos.

El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar emprendió el acompañamiento a los padres para instruirlos en el cuidado de los menores de edad. La recomendación es estar con ellos las 24 horas, ante el riesgo que representa vivir en un coliseo con 200 carpas y mil personas. Entre otras medidas, advierten que deben mantener los campin abiertos y que se dividan a los niños con las mujeres, para que duerman por separado de los hombres.

A diario, entre la comunidad de Valdivia y los refugiados recolectan para hacer agua de panela para la mañana; son cientos de litros de este refresco, que comparten con pan o galletas, mientras llega el primer plato de comida que entrega la logística del Gobierno Nacional.

Según el reporte del alcalde de Valdivia, Jonás Darío Henao, a pesar de las condiciones, el buen comportamiento ciudadano, ha primado durante toda la emergencia. Reconoce que en toda esta región antioqueña, donde hay una guerra entre bandas delincuenciales, sin embargo han disminuido las acciones del Clan del Golfo, el ELN, las disidencias de las Farc y un grupo separado de las bandas criminales, denominado Caparrapos.

 Los animales

La Defensa Civil, la Universidad CES y la Policía Nacional instalaron un punto de atención a unas 300 mascotas; entre perros, gatos, loros y hámster; que llegaron con sus dueños a los refugios, para garantizarles la atención veterinaria, la alimentación y unas condiciones dignas.

Este panorama mejoraría si un numero grande de familias acepta el subsidio de EPM, que consiste en un millón 100 mil pesos, 100 mil pesos por cada integrante extra después de cuarto, 100 mil más si salen del departamento de Antioquia; además de kit de vestimenta, cocina, aseo y alimentación.

El requisito es que se hospeden por fuera de la zona de emergencia, es decir emigrar hacia otras regiones. La opción es por un mes y se alargaría a otro mes.

Puerto Valdivia

En el día, unas 2 mil personas están en el corregimiento, quienes a pesar de que están censados y en un albergue, regresan a sus casas y negocios, para verificar que no lleguen ladrones a la zona y proteger sus pertenencias lo mejor que puedan.

En la evacuación del lunes en la mañana, esto obligó el despliegue de 400 socorristas, para alertar y atender a quienes regresaban a la rivera del Cauca.

En las noches, Puerto Valdivia se convierte en un pueblo fantasma. Solo unas cinco personas se rehúsan a salir, y para no hacerlo alegan que tienen el tiempo y las condiciones suficientes para llegar a un refugio en caso de que ocurra una avalancha. A pesar de la orden de evacuación, insisten que no se sientes cómodos en los albergues.

Una de las personas que no quiere irse de cusa es Gonzalo Restrepo, trabaja como vigilante de unos de los colegios de Puerto Valdivia y durante estos días se fuma dos paquetes de cigarrillos en la única tienda que hay abierta, mientras chatea en su celular y se toma entre cuatro y cinco cervezas.

“Miedo si tengo, pero como están esos albergues no tengo arrimadero, mientras aquí tengo tiempo para correr y yo sé para dónde hay que correr”, advirtió sentado en una silla mientras se ríe nerviosamente.

 Cáceres y Tarazá

Mientras una eventual avalancha llega a Puerto Valdivia en 48 minutos, a Cáceres y Tarazá llegaría en 2 horas y 10 minutos. En virtud de estos cálculos, las autoridades solo evacuaron las zonas más cercanas al Cauca, pero solicitaron a los habitantes estar alertas a los llamados de las autoridades.

En estos dos municipios la crisis es de desabastecimiento y economía, algunos productos ya escasean por la prohibición de que lleguen los vehículos, por el cierre de la troncal y económica, porque parte de la vocación de estas localidades es atender a quienes a diario utilizan está vía que comunica a Antioquia con la región Caribe.

 Caucasia y Nechí

Unas 6 horas y 40 minutos a Caucasia, y 15 horas a Nechí, demoraría la avalancha en llegar desde el proyecto Hidroituango. En estas poblaciones se mantiene la Alerta Naranja. A pesar de esto, tienen un factor que los hace más propensos a emergencias, mientras Puerto Valdivia, Tarazá y Cáceres tienen zonas altas cerca; Caucasia y Nechí son grandes llanuras lo que dificulta una evacuación.

Caucasia es el municipio más grande de la región, está a menos de dos horas de Montería y tiene más de 100 mil habitantes, de los cuales unos 60 mil deberían evacuar. Ya inicio el proceso en las zonas más bajas, pero muchos se rehúsan a pesar del pedido urgente que ha hecho, casi implorando, el alcalde local. 

Nechí es el último municipio de Antioquia en esta cadena que cubre el río Cauca. Nechí ya está inundado, pero por las lluvias en todo el departamento. Está población que debe evacuar 17.540 personas, geográficamente se encuentra en el cruce del río Nechí y el río Cauca, y recibe toda el agua que ha caído en gran parte del departamento, debido a que el río Aburrá o Medellín, es el mismo que en la zona conocen como Nechí. Además recibe afluentes como el San Pedro y el San Jorge.

Lo más preocupante para el municipio es que para poder evacuar a sus habitantes, municipio que como Cáceres quedaría destruido en su totalidad, tiene que cruzar el río, porque no hay zona alta en la ladera derecha, donde está el municipio.

Son cerca de 120 mil habitantes quienes están en alerta en el bajo Cauca de Antioquia, que se suman a las alertas amarillas en los departamentos de Córdoba, Sucre y Bolívar.

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