Misterios y creencias

VISITA DEL PAPA A COLOMBIA

"Tuve el privilegio de conducir el papamóvil en Chinchiná"

Libaniel Cañas tiene fresco en su mente el recuerdo de hace 31 años cuando fue el conductor del papamóvil de Juan Pablo Segundo en Chinchiná. Pudo saludarlo y tocarle sus manos.

Libaniel Cañas guarda como un tesoro algunas fotos en las que aparece manejando el papamóvil y lo recortes de periódicos de la visita de Juan Pablo Segundo a Chinchiná.

Libaniel Cañas guarda como un tesoro algunas fotos en las que aparece manejando el papamóvil y lo recortes de periódicos de la visita de Juan Pablo Segundo a Chinchiná. / Fotos/Caracol Radio y Cortesía Libaniel Cañas

Caldas

“Tan pronto vi que Juan Pablo Segundo se bajó del helicóptero y besó el suelo de Chinchiná, me bajé del papamóvil, corrí muy emocionado, lo agarré del brazo izquierdo y lo saludé. Él inmediatamente volteó a mirarme y me dijo, Dios te bendiga y bendiga a tu familia”.

Ese es el recuerdo más claro que tiene Libaniel Cañas, de aquel 5 de julio de 1986, cuando el papa Juan Pablo Segundo estuvo de visita, unas horas en Chinchiná (Caldas). Él tuvo el privilegio de ser el conductor de una camioneta Chevrolet Luv, de un mes de comprada, que la Alcaldía municipal puso a disposición para el transporte del papa en esa población.

Recuerda que para saludar al sumo pontífice dejó abandonado el vehículo papal y eso le costó un fuerte jalón de orejas de todos los guardias que estaban encargados de la seguridad del papa. Pues su misión era exclusivamente la de timonear el papamóvil y no podía dejarlo solo en ningún momento ni mucho menos apagarlo.

“Ellos si me empezaron a regañar, pero yo les expliqué que estaba muy emocionado y que sólo quería ir a saludar al papa. De ahí en adelante todo siguió normal. Escuché la misa desde el carro y en los recorridos, por el retrovisor veía como él saludaba a la multitud que salió a verlo pasar por las calles”, relató

La misión de Libaniel, aunque fue corta y sencilla tuvo una enorme responsabilidad. El privilegio de este chinchinense consistió en trasladar al santo padre, en un recorrido de un kilómetro, desde un improvisado helipuerto en la hacienda La Libia hasta la fábrica de Café Liofilizado.

Casi le quitan el sueño de ser conductor del papa

Libaniel por poco pierde la oportunidad de conducirle al papa, pues un día antes un coronel del Ejército llegó a Chinchiná y se entrevistó con el alcalde de la Época Eduardo González. Se le presentó y le explicó que había sido enviado para manejar el papamóvil, sin embargo, el mandatario lo devolvió por el mismo camino y le explicó que él ya tenía el conductor listo y no pensaba cambiarlo.

La mañana del 5 de julio Cañas, quien durante años trabajó como conductor de la Alcaldía y era un hombre de confianza del alcalde, madrugó más que de costumbre. Se puso saco, corbata y guantes de seda. Así lo exigían las indicaciones de los hombres de seguridad. Recogió el papamóvil, en la sede de bomberos antes de que amaneciera, ultimó todos los detalles y quedó listo para recibir al sumo pontífice.

“Casi se me daña la oportunidad. Esta es la hora que no sabemos que se hizo el militar, si amaneció en alguna residencia en el pueblo o si se devolvió en avión por Manizales o Pereira. Yo estaba listo y preparado porque había pasado las pruebas psicológicas, técnicas y físicas que me hicieron en los batallones Ayacucho de Manizales y San Mateo de Pereira. Allá me preguntaron si en mi familia había presos, locos, expresidiarios. Incluso cosas sin lógica a ver si yo caía por algún lado. Me explicaron también que si alguien se atravesaba para impedir el paso y tratar de atacar al papa, había que tirarle el carro”, narró entre risas.

Juan Pablo Segundo, en los inicios de su papado, se caracterizó por ser un hombre espigado, de contextura gruesa y apariencia atlética. Así también lo recuerda Libaniel, que al recordar su experiencia asegura que una mano de Karol Józef Wojtyla, era dos veces más grande que la suya. “Era una persona muy diferente. Yo he visto muchas personas muy corpulentas pero él era muy diferente. Yo creo que medía por lo menos dos metros”.

Libaniel se califica como un hombre católico apostólico y romano, diario dedica momentos especiales para la oración y en ella incluye gratificaciones y suplicas a San Juan Pablo Segundo, de quién asegura, le tiene mucha devoción y además es al único santo que pudo conocer y tocar.

“Diario le oro. Antes de levantarme y salir de la casa siempre hago una oración. Los domingos a cualquier hora voy a la santa misa y a Juan Pablo Segundo y a Dios siempre les doy gracias porque considero que he sido un mimado de todos los santos y de Dios”. Relata Libaniel.

--UN DATO

Chinchiná no estaba dentro de la agenda oficial del papa en Colombia. Su llegada a este municipio cafetero se dio a raíz del interés del sumo pontífice por las víctimas de la tragedia de la erupción del Volcán Nevado del Ruiz. En la sede de la empresa Café Liofilizado oficio una misa en homenaje a las víctimas.

En menos de dos meses Chinchiná tuvo que preparar todo para la visita del máximo jerarca de la iglesia. El presidente de la Época Belisario Antonio Betancur Cuartas visitó cinco veces el municipio.

El papamóvil que condujo Libaniel Cañas fue improvisado, los arreglos fueron muy sencillos e incluso las banderas llevaban astas en tubos de pvc.

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