Misterios y creencias

VISITA DEL PAPA A COLOMBIA

¿Qué pasó con el papamóvil de Juan Pablo Segundo en Chinchiná?

Cuatro dueños, un cambio de motor y una conversión de gasolina a gas ha sufrido el carro que fue papamóvil hace 31 años en la visita del papa a Chinchiná. Hoy es un vehículo de trasteos.

En la parte superior la Chevrolet Luv que hoy se dedica a cargar acarreos y en la superior la Chevrolet transportando a su santidad Juan Pablo Segundo.

En la parte superior la Chevrolet Luv que hoy se dedica a cargar acarreos y en la superior la Chevrolet transportando a su santidad Juan Pablo Segundo. / Fotos/ortesía Federación Nacional de Cafeteros y Caracol Radio

Caldas

La mañana del 5 de julio de 1986, en la estación de Bomberos de Chinchiná, amaneció una camioneta Chvrolet Luv 2.300 último modelo. El carro más nuevo de la alcaldía de ese municipio, que estaba acondicionado para recibir al que hasta hoy, 31 años después, sigue siendo el visitante más importante que ha llegado al municipio eléctrico del centro sur de Caldas, el polaco Karol Jósef Wojtyla, el papa Juan Pablo Segundo.

Este vehículo se encargó de transportar a su santidad tan sólo dos Kilómetros en dos recorridos. Uno desde un improvisado helipuerto en una hacienda llamada Libia, sobre la vía Chinchiná – Palestina hacia la sede de la fábrica de Café Liofilizado y el otro recorrido de la empresa a la zona rural dónde lo espera el helicóptero.

El papa estuvo sólo unas horas en Chinchiná y ofició una misa en la fábrica de Café. Sin embargo en los cortos recorridos a bordo del papamóvil saludó a todos los feligreses que colmaron las polvorientas calles que en esa época tenía esa población.

La historia de los papamóviles empieza desde 1930 cuando la empresa Mercedes Benz le obsequió a San Pio XI el primer vehículo oficial para el santo padre, era un Mercedes Nürburg 460, el más lujoso y avanzado en ingeniería de esa época.

A raíz del atentado que sufrió el papa Juan Pablo Segundo el 13 de mayo de 1931, cuando lo alcanzó una bala, los papamóviles tuvieron que sufrir cambios drásticos. Les adaptaron urnas blindadas para la seguridad del sumo pontífice.

En Chinchiná la Chevrolet Luv en poco se asemejaba a esos lujos Mercedes, Fiat, Ford, Volkswagen, entre otras marcas que siempre pusieron a disposición del papa lo más selecto de sus prototipos.

El papamóvil de Chinchiná, aunque era el vehículo más nuevo del municipio, estaba acondicionado con detalles sencillos. En Carrocerías La Macarena, empresa de Dosquebradas (Risaralda), le montaron una plataforma metálica corrugada, unas escaleras de ese mismo material, tres sillas en madera con cojines de cuero y una estructura hecha en madera para que el papa se pudiera sostener mientras saludaba de pie a la población chinchinense. No tenía urnas de cristal ni un solo centímetro de la estructura blindada.

El piloto de ese papamóvil fue Libaniel Cañas, con 31 años en esa época, era el conductor de la alcaldía municipal y el elegido para timonear la Luv papal. Recuerda que Juan Pablo Segundo tan pronto se subió al vehículo se sentó en la silla central y pocos minutos después cuando vio a la multitud aclamando sus bendiciones, se puso de pie y empezó a santiguarlos.

Nadie sabe de su paradero

En el mundo, los carros que han puesto los países como papamóviles se convierten en piezas de colección y conservación por su valor histórico y religioso. El gobierno de Chinchiná y de Caldas no apreciaron ese valor en la Chevrolet Luv, incluso hoy en día poco o nada saben del paradero de este papamóvil.

Por las calles de Chinchiná, en estos tiempos que se avecina la venida del papa Francisco a Colombia, los ciudadanos recuerdan cuando Juan Pablo Segundo los visitó a su municipio, pero ninguno tiene certeza de lo que sucedió con la Luv. Algunos dicen que la chatarrizaron y otros un poco más acercados a la realidad aseguran que la Alcaldía la remató, una vez la vieron muy deteriorada.

En la Conferencia Episcopal de Colombia, aseguran que la camioneta Luv está en un museo, cómo todos los vehículos que en la visita de Wojtyla en Colombia funcionaron como papamóviles.

Ni el mismo Libaniel Cañas, que fue el conductor del papamóvil en Chinchiná, sabe sobre la suerte del vehículo. Sólo recuerda que dos años después la vio en muy mal estado en los parqueaderos de la Alcaldía municipal y que la utilizaban para transportar herramientas y personal de la empresa de servicios públicos.

Ha tenido cuatro dueños y pocas modificaciones

Caracol Radio se dio a la tarea de seguir el rastro de la camioneta papal. En la Secretaría de Tránsito de ese municipio reposa el documento con su historia. Relata que en 31 años ha tenido cuatro dueños.

Esta camioneta la compró la Alcaldía de esa población, en el concesionario Casa Restrepo, el 6 de junio de 1986, un mes antes de las visita del sumo pontífice a Chinchiná.

La Alcaldía la tuvo durante 10 años hasta que en un remate se la vendieron a don Armando Torres, que solo la tuvo un mes y medio. El tercer dueño fue Jairo Ochoa quién la tuvo durante 17 meses y ahora aparece a nombre de María Nidia González Sánchez, quién lleva 19 años con la que hace más de tres décadas fue un papamóvil.

El documento con la historia de la camioneta cuenta que inicialmente fue un vehículo oficial. En 1996 sus placas cambiaron a particular y en agosto de 2008 paso a ser de servicio público. En junio de 2013 le hicieron cambio de motor y también quedó funcionando con gas y gasolina.

Ahora es una camioneta acarreos.

Deteriorada, no solo por su antigüedad sino también por el trajín diario, la Chevrolet Luv ahora recorre las calles de Manizales con trasteos, materiales para construcción, escombros insumos agrícolas y todo tipo de carga.

Quien la conduce en la actualidad es don Hernán Barco, un hombre católico, esposo de María Nidia, quién aparece como propietaria.

Hernán asegura que en el 98 cuando junto a su esposa adquirió el carro en 6 millones 500 mil pesos, nadie les dijo que había sido un papamóvil y que él ni se lo imaginaba. Solo hasta hace tres años que hizo un trasteo a la vereda La Florida de Villamaría. Allí uno de los clientes de ese viaje vio detalladamente la camioneta y le dijo que la conservara bien, porque en ella habían movilizado a Juan Pablo Segundo en Chinchiná.

Hernán o ‘Chorizo’ como lo apodan en el mundo del transporte dice que en esa época no le creyó mucho al hombre que le relató la verdadera historia de su cacharrito. Ahora que ha visto como su vieja camioneta se ha ganado los espacios en la prensa y los noticieros dice que le ha cogido más cariño.

Hernán quién asegura que su camioneta tiene una bendición especial porque nunca se ha varado, dice que no le tiene un valor estimado al vehículo, porque no ha pensado en venderla.

Don Hernán asegura que es feliz con su camioneta y cada mañana antes de salir se bendice con las estampitas del Papa Juan Pablo, las mismas que pone en el tablero de la camioneta y las que según él lo protegen y cuidan la Chevrolet Luv que paso de ser un papamóvil a una camioneta de acarreos.

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