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¿Se está perdiendo la magia del Chorro de Quevedo?

Comerciantes y visitantes de la zona se quejan por el exceso en los operativos para el control del espacio público.

El Chorro de Quevedo es a Bogotá, lo que la Torre del reloj es a Cartagena. Pero con el cambio de administración que tuvo la ciudad su encanto por cuenta de las políticas de recuperación del espacio público se está perdiendo.

Está ubicado en un punto estratégico del centro histórico de La Candelaria, donde quienes residen o visitan la capital han pasado alguna vez en su vida. La zona es famosa por su ambiente de cultura, por los espacios para hablar, para escuchar cuenteros, ver presentaciones artísticas y o simplemente pasar el rato.

Visitantes y comerciantes atribuyen al rigor y la represión de las autoridades, en su lucha contra las ventas callejeras, que en algunos casos sirven de refugio para el microtráfico, que la magia haya salido corriendo.

"Hacen unos operativos que yo creo que ni en el Bronx los hicieron. Llegan 20 motos y sacan a todo el mundo de una manera muy violenta, esto impacta al turista, sacan a la gente muy temprano y nadie puede volver a entrar siendo esto un espacio público", manifestó doña Carmen, dueña del café y restaurante Rosita.

Turistas nacionales y extranjeros que algún día escucharon hablar del hechizo del Chorro de Quevedo se decepcionaron cuando llegaron a la plazoleta y la encontraron sola, triste, sin agua en la fuente y en silencio.

"Antes había cirqueros, comediantes, muchas cosas para ver pero no sé qué pasó, se acabó todo esto", dijo con aire de decepción Carlos Montaño, turista venezolano.

Los vecinos de esta zona reclaman también por la desaparición de unas figuras de personajes emblemáticos de Bogotá que fueron retiradas de las columnas donde las exhibían, supuestamente para restaurarlas. Todavía aguardan su regreso.

"Yo los conocí en persona a Margarita, a Pomponio, al Bobo del Tranvía, al Conde Cuti Cuti, todos los turistas vienen a preguntar por estos personajes típicos de Bogotá", aseguró doña Carmelita Garzón, una mujer de 92 años, propietaria de una vivienda en el Chorro de Quevedo.

A una semana del cumpleaños de Bogotá los vecinos aseguran estar listos para espantar la tristeza y darle la bienvenida a los encuentros, las tertulias, los artistas, la cultura y los amantes. “Sería el mejor regalo para esta dama que cumple 478 años”.

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